6 Beneficios que los Creyentes Reciben de la Muerte de Cristo

Los cristianos saben que es importante creer en la muerte de Cristo sobre la cruz. Sin embargo, a algunos les resulta difícil explicar cómo esta nos beneficia. Saben que la salvación depende de ella, pero tal vez tienen dificultades para explicar por qué es central en la vida cristiana. Cristo enseñó que esta es crucial en nuestra manera de vivir (Mateo 16:24). Pablo dijo que era el principio controlador de su vida (Gálatas 2:20). ¿Cómo podemos convertirla en el centro de nuestra vida?

Es un tema muy amplio y solo vamos a considerar un aspecto de ella. En este extracto actualizado, Andrew Gray describe útilmente algunas de las ventajas que los cristianos experimentan por la muerte de Cristo. Disfrutar de estos beneficios nos permite ver cómo la cruz influye en la vida cristiana.

1. Disfrutando de la Justificación

La muerte de Cristo es la evidencia de nuestra justificación, la causa de nuestra santificación y la promesa de nuestra glorificación. Es la esperanza de nuestra eterna y absoluta victoria, la puerta de esperanza que le hará cantar y triunfar sobre la muerte (1 Corintios 15:55). Somos llevados al paraíso a través de cuatro arroyos: (a) Su justificación por la cual nos justifica; (b) Su santificación por la cual nosotros, que yacemos sobre el hollín de las ollas, somos blanqueados como una paloma; (c) Su sabiduría por la cual somos conducidos al cielo; y (d) Su redención por Su victoria absoluta.

¿Acaso no está claro que la muerte de Cristo fue una evidencia de nuestra justificación? «Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención» (Hebreos 9:12). Él ha quitado de en medio el pecado a través del sacrificio de Sí mismo (Hebreos 9:26). Debido a la sólida fe en la muerte de Cristo podemos responder a todas las objeciones. Si usted pudiera alinear las objeciones a lo largo de toda la eternidad, no tendría más respuesta que esta: Cristo ha muerto y ha resucitado. Su resurrección es un gran pilar de la fe que justifica; «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1).

Toda objeción es respondida sobre esta base: Cristo ha muerto y ha resucitado (Romanos 8:34). «Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo» (Romanos 5:10). La gran columna que sostiene la fe es la resurrección de Cristo. ¿No es la muerte de Cristo la causa de nuestra glorificación? “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14). Pablo, hablando de la cruz de Cristo, dice: «Por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo» (Gálatas 6:14). Usted fue redimido «con la sangre preciosa de Cristo» (1 Pedro 1:19). Cristo murió «para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Corintios 5:15).

¿No es acaso la muerte de Cristo la promesa de nuestra glorificación? ¿No llevó Cristo una corona de espinas para que usted pudiera llevar una corona de gloria inmortal? ¿No vistió una túnica púrpura para que usted pudiera vestir la túnica de Su justicia? Si Cristo ascendió, entonces ciertamente hará que todos los miembros de Su cuerpo asciendan tras Él.

Usted tiene la muerte de Cristo como puerta de esperanza para vencer sus pecados. La victoria de Cristo es que Él en Su propia persona ha triunfado sobre principados y potestades, y los ha exhibido públicamente (Colosenses 2:15). Él también ha vencido a la muerte y la tumba. Esa es la evidencia de nuestra victoria y conquista; porque hay una gran similitud entre la Cabeza y los miembros del cuerpo.

2. Disfrutando la Comunión con Cristo.

La muerte de Cristo puede ser un poderoso argumento para abrazar y recibir a Cristo. Puede estimularnos a cumplir con ese deber: «Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche» (Cantares 5:2). Si Cristo ha muerto y ahora ha resucitado, ¿no le persuadirá eso a amarlo? Oh, ¿qué argumentos funcionarán con usted? ¿Las cinco heridas de Su bendito cuerpo no le predican esta doctrina: AMARLO?

3. Disfrutando el Amor de Cristo

Si usted creyera en los sufrimientos de Cristo de forma correcta, sería comprensible que pusiera su alma bajo el poder constrictor de Su amor (2 Corintios 5:14). Hay una dulce constricción en Su amor que se apodera del entendimiento y de los afectos. El amor de Cristo constriñe el entendimiento del cristiano de tal manera, que piensa que sólo Cristo es excelente. Constriñe sus afectos y le hace arder interiormente de amor para que disfrute de Aquel a quien ama.

4. Disfrutando la Vida Eterna

El camino al cielo se manifiesta ahora a través de los sufrimientos de Cristo. «Estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres» (Hebreos 8: 8-9). Créalo, fue más difícil para los cristianos ir al cielo bajo el Antiguo Testamento que bajo el Nuevo. Cristo ahora es revelado claramente como crucificado ante nuestros ojos. No necesitamos ejercitar la fe en Cristo como alguien que está por venir, sino como alguien que ya vino. Los pecados bajo el evangelio serán por lo tanto de mayor culpabilidad que bajo la Ley.

5. Disfrutando de la Certeza

Si verdaderamente creyeramos que Cristo murió por pecadores, nuestra incredulidad llegaría a su fin. “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”. Pablo luego agrega, “de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15). Si cree que Cristo vino a pesar de esa infinita distancia que había entre Él y la humanidad, ¿cuán fácilmente, vendrá a pesar de esa infinita distancia entre usted y Él? El amor de Cristo es lo que hará que su alma vea la necesidad de ese amor. Le llevará a experimentar la preciosidad de Cristo, quien ha perfeccionado la obra de nuestra redención.

6. Disfrutando de la Santidad

La muerte de Cristo es una excelente manera para que un cristiano conduzca su alma a un santo odio dado por Dios hacia el pecado, ya no deberíamos vivir para nosotros mismos (2 Corintios 5:15). Ya que Cristo padeció por nosotros, armémonos con la misma mentalidad, para que dejemos de pecar (1 Pedro 4:1). Hay dos cosas en la muerte de Cristo que hacen que el pecado sea más aborrecible por nosotros.

(a) Considere la Carga del Pecado. ¿No cree usted que fue una pesada carga la que le hizo exclamar que estaba angustiado y «muy triste» (Marcos 14:34)? ¿Y acaso no fue un infinito peso lo que le hizo decir: “Si es posible, pase de mí esta copa” (Mateo 26:39)?

(b) Considere que Estos Sufrimientos Fueron por Causa del Pecado. ¿No concluiría usted que la justicia de Dios fue gravemente deshonrada? Sin embargo, «quiso el Señor quebrantarle» (Isaías 53:10).

7. Tres Preguntas

(1) ¿Alguna vez ha considerado la muerte de Cristo, constreñido hasta el punto de sentarse en enmudecida humildad y postrarse sobre el polvo (Lamentaciones 3:29)?

(2) ¿Alguna vez ha considerado la muerte de Cristo, constreñido hasta amarlo y exclamar?: ¡Su amor por nosotros ha sido maravillosamente grandioso!

(3) ¿Alguna vez ha considerado la muerte de Cristo, constreñido hasta maravillarse por esa unión entre Él y nosotros? ¿Fue la muerte de Cristo un medio eficaz para atarle a Él con las cadenas de la fe y del amor?

Conclusión

Cuando hablamos de la cruz esta también incluye la resurrección de Cristo. Como enfatizó Calvino, no podemos pensar en estas de forma aislada, incluso cuando solo se mencione una. Todo lo que representa la cruz y la resurrección debe ser central en nuestras vidas. La vida cristiana es una vida de muerte; de muerte al pecado (Colosenses 1:22; Gálatas 5:24). Pero también es una vida en el poder de la resurrección de Cristo (Filipenses 3:10). La cruz debe tener una influencia abrumadora sobre cómo deben vivir los cristianos y cuáles deben ser las motivaciones de su vida. Ellos caminan en amorosa obediencia, un amor que proviene del amor agonizante de Cristo (Efesios 5:2).

Second Reformation Author: Andrew Gray

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