En un mundo pecaminoso es natural estar descontento con la manera en que van las cosas, ¿no es así? ¿Qué hay de malo en querer que las cosas sean mejores y como deberían ser? Pero el descontento se enfoca más a menudo en nuestras circunstancias personales y en lo que pensamos que merecemos. Las personas llegan a tener una idea tan equivocada del contentamiento que es como fingir que las cosas no están como están. Pero eso no es verdadero contentamiento. Estar espiritualmente contentos incluye una perspectiva completa de lo que está peor en nuestra situación, pero aún así nos sometemos a la voluntad de Dios en ella. ¿Por qué? Porque somos capaces de comparar realidades presentes con realidades mayores en el propósito eterno de Dios para nosotros. Es mucho más fácil estar descontento que contento, por eso necesitamos armarnos para combatirlo.
Como señala Andrew Gray, el apóstol Pablo considera que el contentamiento en todo tipo de circunstancias es un secreto (literalmente, un misterio) que no es fácil de alcanzar (Filipenses 4:11). Anteriormente, hemos considerado por qué Nunca Estará Verdaderamente Contento Sin la Piedad. También necesitamos saber cómo lidiar con el descontento cuando aparece, e incluso tratar de evitar que este aumente.
1. ¿Qué es el Contentamiento?
Todo el tiempo que ha sido, es o será es sólo un instante en comparación con la eternidad. ¿Qué es nuestra vida, sino una pequeña parte de ese instante? ¿Por qué entonces alguien debería quejarse ansiosamente por pasar parte de un instante soportando las cosas más angustiosas y tristes que le puedan ocurrir? ¿Qué pobre ventaja se obtiene con el descontento y la tristeza? Sólo hace a una persona más infeliz. La mentalidad celestial y el contentamiento viven y mueren juntos; Son dos dulces compañeros, que siempre andan juntos y no pueden separarse.
Contentamiento significa literalmente todo-suficiente. Por lo tanto, las palabras pueden traducirse más atractivamente como: «He aprendido ha tener suficiente en todo, cualquiera que sea mi situación». Proverbios 14:14 habla en forma similar de cómo un hombre piadoso estará satisfecho consigo mismo. Hay un manantial de consuelo eterno dentro del cristiano, que le hace soportar cualquier condición angustiosa. «He aprendido», indica la dificultad de haber alcanzado este misterio del contentamiento divino. Pablo alguna vez ignoró esto, pero ahora, a través del entendimiento y la sabiduría de Dios, tiene pleno conocimiento de ello. «Cualquiera que sea mi situación», indica que ninguna condición podría afectarle negativamente.
El contentamiento es un encuadre de espíritu dulce y sereno, en relación con cada condición y circunstancia angustiosa que enfrentemos. Esta gracia y deber de contentamiento incluyen un deleite santo, una dulce serenidad y calma de espíritu en cada condición, incluso en las pruebas (Santiago 1:2; Romanos 5:3). Es claro que el cristiano debe estar contento (1 Timoteo 6:8; Hebreos 13:5; Santiago 4:7).
2. ¿Qué Daño Produce el Descontento?
(a) Nos incapacita para las actividades espirituales
Es imposible para un cristiano alabar u orar. La alabanza requiere un encuadre de espíritu sereno (Salmo 58:7). En 1 Timoteo 2:8 dice que la oración correcta debe ser sin ira, sin murmuraciones en el corazón. El descontento elimina tres ingredientes de la oración: el amor, el fervor y la fe. Un cristiano descontento no puede arder de amor, sino de celos. Tampoco puede un cristiano ejercitar la fe, porque ha tomado tan mal un concepto acerca de Dios, que no puede descansar su confianza ni esperar en Él. Cuando las personas analizan tanto su condición actual, no pueden ser fervientes en nada excepto en que cambie la situación. Es cierto que nada degüella más a la oración como el descontento.
b) Nos expone a la tentación
El descontento nos incapacita por completo para resistir las tentaciones. Es imposible para un cristiano darle muerte al pecado cuando el descontento está obrando. El pecado predominante, el orgullo y todas las demás concupiscencias obtienen una gran victoria contra una persona así. Un cristiano puede perder más en una hora de descontento bajo las pruebas, de lo que puede recuperar en muchos meses. No es de extrañar que prevalezcan las tentaciones, ya que tal persona está con la guardia baja y se le han agotado las fuerzas.
(c) Nos endurece
El descontento produce una falta de sensibilidad en el espíritu. Nada cercena tanto la sensibilidad espiritual como el descontento. Un cristiano descontento no actúa desde el temor o el amor al Todopoderoso, los dos grandes principios de la sensibilidad de espíritu. Cuando se examina a sí mismo, descubre que la ansiedad y la amargura de espíritu han hecho que su corazón muriera como una piedra dentro de él.
(d) Nos lleva a desestimar las misericordias de Dios
Cuando un cristiano se encuentra con aquello que contradice sus preferencias, pierde la estima de todo lo que se le ha concedido anteriormente. Jacob desestima lo que tiene en este sentido (Génesis 42:36). Nada hace que un cristiano sea más irrespetuoso con las más preciosas y excelentes cosas de Dios que el descontento.
3. ¿Cómo Podemos Superar el Descontento?
a) Mediante el autoexamen
El descontento viene por no practicar mucho el autoexamen. Debemos quedarnos quietos y autoexaminarnos (Salmo 4:4). Es la mejor manera de conseguir la sumisión y el contentamiento en cualquier condición. El autoexamen tiene gran influencia en el contentamiento porque considera con precisión nuestras propias imperfecciones. En vez de quejarnos, nos preguntamos por qué deberíamos quejarnos (Lamentaciones 3:39). El autoexamen nos ayuda a entender la intención tras el castigo y su beneficio. Nos ayuda a someternos pacientemente y a adorar la inescrutable sabiduría de Dios para con nosotros en lugar de enfadarnos contra ella (Proverbios 19:3).
b) Mediante la determinación
Si estamos resueltos a soportar y someternos a cualquiera y cada una de las pruebas, habrá gran beneficio. Cuando somos castigados, bendecimos a Dios porque no nos va peor. Las aflicciones a menudo nos toman por sorpresa, así que desmayamos el día de la adversidad y comprobamos que nuestra fuerza es limitada (Proverbios 24:10).
(c) Mediante la mentalidad celestial
Pablo tuvo valentía y constancia en la aflicción porque consideraba las cosas que son eternas (2 Corintios 4:16 comparado con el verso 18). Ahogue los pensamientos de su presente desdicha en esas preciosas profundidades de la eternidad. Contemple el cielo de tal manera que pueda consolar y compensar infinitamente todas sus pérdidas aquí.
d) Con la mirada puesta en Dios
Si contempláramos la soberanía y el propósito de Dios en las pruebas que enfrentamos, nos daría vergüenza discutir y murmurar tanto como lo hacemos. Preferiríamos someternos a Él (1 Samuel 3:18; Salmo 39:9; Isaías 39:8). ¿Nos atreveremos a debatir con el Todopoderoso o a forzar al Único supremo y absoluto a rendir cuentas por Sus caminos?
d) Al considerar la brevedad del tiempo
Los pensamientos serios sobre la brevedad de nuestra vida y del tiempo, tratarán con el descontento. Si alguien supiera que sólo va a padecer algunas pruebas durante una hora, o durante diez días, se sometería pacientemente. No obstante, no pasará mucho tiempo antes de que el breve período de tiempo entre la eternidad pasada y la eternidad futura sea absorbido y no quede nada más que la eternidad.
(e) Mediante la humildad
El orgullo es el gran mal predominante que conlleva a la contienda (Proverbios 13:10). Es sólo por orgullo que contendemos con Dios respecto a Su trato con nosotros. Es imposible para un cristiano que no es humilde estar contento. El orgullo es uno de los mayores opositores del estar contento en cualquier condición.
Conclusión
El descontento incluye la murmuración y la queja contra Dios. Esto nos impide confiar en Dios. Además, nos impide beneficiarnos de las pruebas. En vez de ser santificado por ellas y que el pecado sea removido, el descontento sólo incrementa el pecado. Podremos vencer al espíritu de descontento en la medida en que enfoquemos nuestra fe en Dios y en las realidades eternas. El contentamiento se aprende a través de un proceso doloroso y gradual de experiencia y a través de la dependencia de Dios y de Su gracia.