Es muy común escuchar la idea de que todos los pecados son iguales a los ojos de Dios o que ningún pecado es peor que cualquiera de los otros pecados. El razonamiento detrás de esto es que una sola violación de la ley de Dios nos hace culpables de quebrantar todos los mandamientos (Santiago 2:10). Otra manera en la que se justifica esto es diciendo que todo pecado tiene la misma penalidad (Romanos 6:23) o que su remedio es el mismo en la cruz de Cristo. La motivación detrás de esto puede ser bien intencionada, quizás no queriendo que ningún pecado sea visto como pequeño en sí mismo. Eso desvía los juicios morales no deseados al requerir que los demás estén libres de pecado para evitar la hipocresía. Quizás el énfasis abrumador respecto a la igualdad entre personas en nuestra cultura, también conduce a la gente hacia esta idea. Pero, ¿es correcto decir que todos los pecados son iguales?
Es absolutamente cierto que el menor pecado es una ofensa contra el Dios infinitamente santo y por lo tanto es absolutamente maligno. No hay tal cosa como un pecado que no importe. Pero esto no es todo lo que se puede decir. La afirmación de que los pecados son juzgados de forma completamente igualitaria por Dios no resiste a las Escrituras (Santiago 3:1; Mateo 23:14; Mateo 11:24; Lucas 12:48; Marcos 9:42; 1 Corintios 3:10-17). El perdón también está relacionado con diferentes niveles de pecaminosidad (Lucas 7:41-42, 48). Razonar desde lo que el pecado merece hasta lo que el pecado es en sí mismo, nos pone en riesgo de ignorar lo que la Biblia dice acerca de si algunos pecados son más pecaminosos que otros (1 Juan 5:16). El mismo Cristo dice que algunos pecados son mayores que otros (Juan 19:11).
Dejemos claro que la Escritura dice que algunos pecados son peores que otros (Éxodo 32:30).
- Algunos tipos de idolatría incluso son peores que otros (Ezequiel 8:6, 13,15; Ezequiel 23:11);
- Algunos mandamientos tienen más peso que otros (Mateo 5:19; Mateo 23:23);
- Algunos pecados son peores porque involucran pecar deliberadamente y desafiantemente (Números 15:30 y 15:22, 24, 27, 29);
- Algunos pecados son peores que otros, como por ejemplo el pecado sexual (1 Corintios 6:18);
- Algunos pecados sexuales son peores que otras inmoralidades sexuales (1 Corintios 5:1; Romanos 1:26-27; Levítico 20:10-16 comparado con 20:17-21)
¿Qué Hace que Algunos Pecados Sean Peores que Otros?
Nada de esto excusa o minimiza ningún pecado, simplemente nos da la perspectiva de Dios sobre los grados de pecaminosidad. Tanto el Catecismo Mayor de Westminster (P150) como el Catecismo Menor (P83) dejan claro que «todas las trasgresiones de la ley de Dios no son igualmente detestables». Sin embargo, algunos pecados «son más detestables que otros a la vista de Dios». O bien son más detestables «en sí mismos» o por ciertas «agravantes». Las circunstancias agravantes son las que hacen que un pecado sea más grave. Es un término que todavía se utiliza en los tribunales de justicia para referirse a un aspecto del delito que hace que aumente su culpabilidad por encima de la propia infracción. El asalto agravado, por ejemplo, es diferente del asalto simple dependiendo de la intención, el arma utilizada o el alcance de las lesiones. En la P151, el Catecismo Mayor continúa explicando cuáles son estas «agravantes» en relación con la ley de Dios. Cuando consideramos estas cosas, podemos ver que todo el tema es mucho más extenso y desafiante de lo que el mantra «todos los pecados son iguales» reconoce.
(a) La Persona que Pecó Hace que Algunos Pecados Sean Peores
- Si somos adultos y «de edad madura» (Job 32:7, 9; Eclesiastés 4:13) es más grave que en alguien más joven. La sabiduría debería haber llegado con los años y la experiencia. Esto se debe a que hemos tenido más oportunidades para comprender la voluntad de Dios, para experimentar Su gracia y cómo vencer la tentación.
- Si tenemos mayor experiencia o gracia. Salomón había tenido muchas experiencias de parte de Dios y del ejemplo de su padre [David], sin embargo, pecó contra lo que sabía y había recibido (1 Reyes 11:4, 9). Mientras más progreso haya hecho alguien en santidad y piedad, menos excusa tiene y mayor es su caída cuando peca.
- Si somos «eminentes en la profesión» del cristianismo. David hizo que los enemigos de Dios blasfemaran (2 Samuel 12:14) debido a la naturaleza prominente tanto de su pecado como de su relación con Dios. La inconsistencia de alguien tan comprometido a servir a Dios lo empeoró aún más de lo que hubiera sido para otros.
- Si tenemos más dones y responsabilidad. En el caso de que Dios nos haya bendecido con un mayor conocimiento de la Biblia y oportunidades para adquirirlo, somos más responsables de usar estos dones para no pecar (Santiago 4:17; Lucas 12:47-48). Dondequiera que estemos en una posición de responsabilidad hacia otros en la sociedad, el trabajo, la iglesia y la familia, tenemos mayor culpabilidad al pecar porque nuestras acciones tienen más peso e influencia (Jeremías 5:4-5; 2 Samuel 12:7-9; Ezequiel 8:11-12; Romanos 2:17-24). Se esperan de nosotros estándares más altos y también hay más ojos puestos sobre nosotros.
- Si nuestro ejemplo probablemente será seguido por otros. Si es probable que conduzcamos a otros por el mal camino, incurriremos en culpa por ello, así como por nuestras propias acciones. Puede haber un impacto significativo en muchos otros que podrían seguir nuestro ejemplo (Gálatas 2:11-14).
(b) La Persona Contra la que se Pecó hace que Algunos Pecados Sean Peores
- Pecar contra Dios es peor que pecar contra otros (1 Samuel 2:25; Hechos 5:4; Salmo 51:4). Esto se debe a la infinita majestad y santidad de Dios y porque nuestra mayor responsabilidad es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza y mente.
- Pecar contra las cosas por las cuales Dios se da a conocer es peor. Esto puede incluir Sus atributos (Romanos 2:4) o nombre (Éxodo 20:7). También puede incluir menospreciar Su adoración (Malaquías 1:3-4) la cual tiene el propósito de mostrar Su gloria.
- Pecar contra Cristo y Su gracia es peor. Se nos advierte solemnemente que no rechacemos Su mensaje, promesas y ofrecimientos de gracia contenidos en el evangelio (Hebreos 2:2-3; Hebreos 12:25).
- Pecar contra el testimonio y la acción del Espíritu Santo es peor. Si le mentimos o resistimos, le despreciamos o blasfemamos, es peor (Hechos 5:3-4; Hebreos 10:29; Mateo 12:31-32; Hebreos 6:4). Si lo afligimos y lo apagamos es peor (Efesios 4:7; 1 Tesalonicenses 5:19).
- Pecar contra los superiores es peor. Esto se debe a que tienen una autoridad dada por Dios y deben ser respetados y obedecidos (Judas 8; Números 12:8-9; Isaías 3:5).
- Pecar contra las relaciones es peor. Tenemos lazos familiares u otros lazos sociales particulares los cuales debemos respetar y no abusar. Tenemos mayores obligaciones y responsabilidad hacia ellos (Proverbios 30:17; 2 Corintios 12:15; Salmos 55:12-15).
- Pecar contra las almas de los demás es peor, como cuando los engañamos espiritualmente, especialmente en asuntos de salvación (Mateo 23:15; 1 Tesalonicenses 2:15).
- Pecar contra los creyentes es peor debido a los vínculos y lazos de la gracia (Mateo 18:6; 1 Corintios 6:8; Proverbios 6:19). Particularmente con respecto a aquellos del pueblo del Señor que son más débiles de consciencia (1 Corintios 8:11-12; Romanos 14:13, 15, 21).
- Pecar contra un cuerpo corporativo es peor (Josué 7:20, 21, 25; 1 Reyes 14:16).
(c) La Naturaleza del Pecado Hace que Algunos Pecados Sean Peores
- Cuanto más claro es el mandamiento contra el que se pecó, mayor es el pecado. Cuanto más explícitamente Dios ha mandado o prohibido algo, mayor es la culpa por desobedecer (Romanos 1:32; Esdras 9:10-12; 1 Reyes 11:9-10).
- Cuanto mayor sea el número de mandamientos contra los que se ha pecado, mayor será el pecado. Algunos pecados rompen más mandamientos que otros. La avaricia es idolatría y también está en contra del décimo mandamiento (Colosenses 3:5; 1 Timoteo 6:10). El pecado de Acán implicaba codicia y robo (Josué 7:21). Acab codiciaba y tomó la tierra de Nabot mediante perjurio, robo, asesinato e injusticia.
- Cuanto mayor es el impacto, mayor es el pecado. Es algo serio tropezar y perjudicar a otros por nuestros pecados (Mateo 18:7; Romanos 2:23-24).
- Cuanto más abiertamente se comete, mayor es el pecado. El pecado sigue siendo pecado en el corazón, pero cuando se manifiesta en palabras o acciones, trae mayor deshonra pública a Dios y daño a los demás (Santiago 1:14-15; Mateo 5:22; Miqueas 2:1).
- Cuanto mayores son las consecuencias, mayor es el pecado. No podemos enmendar nuestro pecado con nuestras propias acciones en lo que se refiere a su culpabilidad ante Dios, como si pudiéramos expiarlo. Sin embargo, a veces podemos devolver algo que fue robado o que se perdió. Es más grave cuando no podemos hacer ninguna restitución. David no pudo restaurar la vida que había quitado o el matrimonio que había destruido (1 Samuel 12:9; ver también Deuteronomio 22:22 comparado con Deuteronomio 22:28-29). Algunos daños a la reputación y al honor no pueden ser borrados (Proverbios 6:32-35).
- Cuanto más grandes sean las restricciones, mayor será el pecado. Dios puede utilizar varios medios que deberían impedirnos pecar. Algunos vieron los milagros de Cristo y escucharon Su enseñanza, sin embargo, eso no impidió su incredulidad (Mateo 11:21-24; Juan 15:22). Esto aumentó su culpa por tener tales privilegios. La bondad, las misericordias y las liberaciones de parte de Dios hacia nosotros también deben refrenarnos (Isaías 1:3; Deuteronomio 32:6). Es un asunto serio despreciar Su bondad y paciencia (Romanos 2:4). Pecar contra los juicios [de Dios] también aumenta nuestra culpabilidad (Amós 4:8-11; Jeremías 5:3; Apocalipsis 9:20-21). Otras cosas que deben refrenarnos son la luz de la naturaleza y las convicciones de nuestra propia conciencia (Daniel 5:22; Tito 3:10-11). Ciertas cosas deben ser obvias para nosotros aun sin una revelación especial (Romanos 1:20, 26-27; Romanos 2:14-16). Las restricciones externas incluyen las advertencias de los demás en público o en privado (Proverbios 29:1). La disciplina oficial de la iglesia (Tito 3:10; Mateo 18:17) y el castigo civil (Proverbios 27:22; Proverbios 23:35) deben refrenarnos. También es grave cuando pecamos contra nuestras oraciones, propósitos, promesas, votos, pactos y compromisos con Dios o con los demás (Salmo 78:34-37; Jeremías 2:20; Jeremías 42:5-6,20-21; Eclesiastés 5:4-6; Proverbios 20:25; Levítico 26:25; Proverbios 2:17; Ezequiel 17:18-19).
- Cuanto mayor es la voluntariedad, mayor es el pecado. Si pecamos deliberadamente, voluntariamente, presuntuosamente, atrevidamente, jactanciosamente, maliciosamente, frecuentemente, obstinadamente, con deleite, con perseverancia, o con reincidencia después del arrepentimiento (Salmo 36:4; Jeremías 6:16; Números 15:30; Éxodo 21:14; Jeremías 3:3; Proverbios 7:13; Salmo 52:1; 3 Juan 10; Números 14:22; Zacarías 7:11-12; Proverbios 2:14; Isaías 57:17; Jeremías 34:8-11; 2 Pedro 2:20-22).
(d) Las Circunstancias Hacen que Algunos Pecados Sean Peores
- Pecar durante o cerca del momento de adoración a Dios o en el día del Señor, es peor (2 Reyes 5:26; Jeremías 7:10; Isaías 26:10; Ezequiel 23:37-39; Isaías 58:3-5; Números 25:6-7; 1 Corintios 11:20-21; Jeremías 7:8-10; Proverbios 7:14-15; Juan 13:27,30).
- Pecar después de que Dios nos ha castigado es peor (Esdras 9:13-14).
- Pecar en público o en presencia de otros es peor. Esto es especialmente cierto si es posible que sean estimulados a pecar debido a ello (2 Samuel 16:22; 1 Samuel 2:22-24).