Cómo Disfrutar de las Cosas Terrenales de Manera Espiritual

¿Es correcto disfrutar de esta vida? Algunos asumen, tal vez sin expresarlo, que se supone que los cristianos no deberíamos disfrutar de las cosas terrenales. Tal vez se sienten culpables como si estuvieran siempre al borde de la idolatría (lo cual es, por supuesto, una verdadera tentación). Estamos hablando de disfrutarlas de una manera legítima que honre a Dios. Las Escrituras nos dicen que Dios nos ha dado todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17). Dios ha creado los sentidos y la capacidad intelectual para apreciar estas cosas. De hecho, los cristianos pueden deleitarse más en lo que Dios ha provisto para ellos. Esto se debe a que ven más cosas en ellas, no menos. Ellos ven la gloria, sabiduría y bondad de Aquel que les ha provisto. No abusan de ellas, ni esperan cosas malas de ellas, ni tampoco las utilizan únicamente para su placer personal. ¿Cómo podemos obtener una perspectiva espiritual de las cosas de esta vida?

Eclesiastés tiene mucho que enseñarnos acerca de la perspectiva correcta de las cosas «bajo el sol». Nos muestra que cuando estas cosas son perseguidas en sí mismas y únicamente para nuestro propio placer, pierden su valor. Pero pueden ser disfrutadas como un regalo de Dios. Podemos glorificar a Dios en todas estas cosas, aun al comer y beber (1 Corintios 10:31).

Eclesiastés 2 examina diferentes maneras en las que se pueden amontonar las mejores cosas posibles de esta vida. Sin embargo, todo esto es insatisfactorio en sí mismo. Las cosas terrenales no pueden satisfacer las necesidades espirituales del alma. En los versículos 24-25 esto se confirma por la enseñanza de que podemos disfrutar de las cosas que Dios ha creado. Nos dice claramente lo que es bueno para nosotros en esta vida; esa es la meta que se buscaba en Eclesiastés 2:3. Alexander Nisbet explica cómo estos versículos nos enseñan lo concerniente a la felicidad en este mundo.

Debemos disfrutar de todo lo creado no en exceso, sino de una manera moderada y santa. El comer y beber es lo que la Escritura denomina «el pan nuestro de cada día». Que nuestra «alma se alegre en su trabajo» y que esto sea lo que realmente la satisfaga espiritualmente. Debe expresar la dulce comunión que las almas reconciliadas tienen con el Señor, mientras caminan con temor y obediencia hacia Él. Esto se enfatiza al final del libro. Esta es la meta de todos los que comen, beben y usan todas las bendiciones legítimas de esta vida. La gracia para usarlas así como para potenciar el bien del alma nos ayuda a encontrar la dulzura en ellas. Todo esto proviene «de la mano de Dios». Dios bondadosamente nos da estas cosas y Su poderosa bendición nos permite usarlas de esa manera (ver Salmo 104:28). Por tanto, Él nos muestra que la felicidad no es disfrutar de las comodidades externas en sí mismas únicamente. Es sólo disfrutando de ellas de forma santa para favorecer el bien del alma, lo cual consiste en una comunión con el Señor. La religión es amiga tanto de nuestro cuerpo como de nuestro espíritu.

1. Debemos Valorar las Bendiciones Terrenales

Es una gran bendición de Dios tener abundantes beneficios de la creación, poder hacer uso de ellos y descubrir su dulzura. A algunos se les priva de estos según las pruebas internas y espirituales (Job 33:19-20). Esto puede incluir que el Señor retire el sentido consuelo de Su presencia (Salmo 102:9-10 y Salmo 42:3). Otros tienen pruebas externas que amargan su espíritu y les quita el disfrute de estos beneficios de la creación (1 Samuel 30:26-27). Otras de las cosas que pueden impedir nuestro disfrute son el temor extremo a los peligros externos (Salmo 107:18), los escrúpulos de la conciencia que no tienen fundamento (Hechos 10:13-14) y la tacañería.

La generosidad de un Dios bueno provee las cosas reconfortantes de esta vida, la capacidad de usarlas y de hallar dulzura al hacerlo. También da la gracia para utilizarlas en pro del bien del alma. Todo esto proviene por concesión de nuestro Padre, por la compra de nuestro Redentor y por la presencia y enseñanza de nuestro Consolador. Todo proviene de la mano de Dios (versículo 24). El nombre de Dios es plural para recordarnos a las tres personas de la Santísima Trinidad.

2. Debemos Valorar Espiritualmente las Bendiciones Terrenales

Si consideráramos las primeras palabras del versículo «No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba» sin considerar lo que le sigue, podría parecer una búsqueda glotona de placer. Pero si las unimos con la expresión que aparece inmediatamente después acerca del alma disfrutando del bien, las entendemos de manera correcta. Observamos que el comer y beber que se elogia aquí no se hace sin tener en cuenta el bien espiritual y eterno de nuestras almas.

Comer y beber no es en absoluto parte de nuestra felicidad, a menos que el alma disfrute del bien que es propicio para ella. Salomón elogia el comer y beber pero no en sí mismos, sino por el hecho de que permiten y promueven algún bien verdadero para el disfrute del alma del hombre. «No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo».

El uso correcto de los beneficios de la creación (como la comida, la bebida, y similares) no sólo es compatible sino que también está subordinado al disfrute del alma de un verdadero y adecuado bien espiritual. Esto ocurre cuando utilizamos dichas cosas para que nos conduzcan a meditar y anhelar el bien, y para recibir fuerzas para alabar y servir al Señor. El comer y beber que aquí se elogia hace que el alma disfrute del bien espiritual. Si comemos y bebemos omitiendo que nuestra alma se goce del bien, somos peores que las bestias que perecen.

3. No Debemos Despreciar las Bendiciones Terrenales

Cuando los ministros refutan el abuso de las cosas lícitas y el excesivo afecto hacia ellas, también deben afirmar y dejar en claro la legítima libertad que tienen los cristianos. De lo contrario, los oyentes estarán prestos a pasar de un extremo pecaminoso al otro (ya sea por el exceso pecaminoso o por descuidar el cuerpo). Algunos podrían pensar erróneamente que la religión es un enemigo para su salud corporal, pero esto es contrario a lo que dice Proverbios 3:8. Después de que Salomón ha condenado el exceso de deleitar nuestros sentidos, recomienda usarlos de la manera correcta para ayudar al alma a disfrutar del verdadero bien en comunión con el Señor.

El alma y sus inquietudes deben ser atendidas primera y principalmente (Mateo 6:33). No es la intención del Señor que buscar el bien de nuestras almas nos haga descuidar nuestros cuerpos. Debemos en cambio (por respeto a nuestra alma y el bien de ésta) respetar el bien de nuestros cuerpos de una manera moderada y santa. Debemos respetar el cuerpo y cuidarlo en relación con el alma. De este modo, el cuerpo puede ayudar al alma a servir a su Creador. No debemos ser indulgentes con el cuerpo de tal manera que descuidemos el alma o cualquier otro deber relacionado con su bienestar. He aquí esa calle de oro en la que podemos anticipar alguna medida de la felicidad que el Señor da a Sus hijos en esta vida.

4. Debemos Enseñar a Otros Como Valorar Espiritualmente las Bendiciones Terrenales

Siempre que el Señor haga que cualquiera de Sus siervos destaque en disfrutes o privilegios externos, ellos deberán esforzarse por enseñar a los demás desde su propia experiencia. Pueden enseñarles cómo usar estos beneficios externos para el bien espiritual de sus almas. Aquellos que se alegran por estas cosas piensan que los demás no las menospreciarían si supieran por experiencia su valía y dulzura imaginarias. Salomón trata de convencer a todos de que no hay verdadera felicidad en hacer uso de estas cosas, excepto cuando sirve al alma que disfruta del verdadero bien espiritual en comunión con Dios. Él afirma esta verdad como alguien que no tenía parangón en cuanto a tener abundancia de comodidades externas y la capacidad de disfrutarlas.

Conclusión

Nosotros podemos evitar los extremos, ya sea el querer privarnos de disfrutar de las bendiciones de la creación o el querer tomar una sobredosis de ellas. Podemos lograrlo con una perspectiva correcta que disfruta de ellas a la luz de la bondad y gracia de Dios. De hecho, nos pueden ayudar a amar más a Dios. No es fácil para nosotros disfrutar de las cosas terrenales en una manera espiritual, pero Nisbet nos muestra que Dios nos da la gracia para poder hacerlo. Y como en tantas otras cosas, necesitamos orar por esa gracia. Cuando somos de esos que han sido redimidos por un precio infinito, podemos constatar que aun nuestras bendiciones diarias son disfrutadas como por quienes pertenecen en cuerpo y alma a Cristo (1 Corintios 6:19-20)

Second Reformation Author: Alexander Nisbet

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