Tenemos una cierta inclinación natural hacia «algo nuevo» (Hechos 17:21). Vivimos al ritmo del tiempo y eso hace inevitable la expectativa del cambio. Los nuevos comienzos (como un nuevo año) abren nuevas oportunidades para la transformación. Pero se vuelve malsano cuando valoramos las cosas simplemente porque son nuevas en lugar de usar un estándar más duradero. Una adicción a la novedad crea desarraigo y distracción destructiva. Afecta al mundo y a la Iglesia. Sin embargo, adherirse a las cosas simplemente porque son antiguas más que porque son verdaderas, también es letal. ¿Cómo desarrollamos un enfoque saludable de los nuevos comienzos que no descarte todo en la búsqueda de la novedad?
Necesitamos que lo nuevo y lo viejo se unan de manera duradera. Necesitamos considerar el tiempo en el contexto de la eternidad. Hugh Binning explica cómo Cristo es el inmutable pero a la vez el siempre nuevo; cómo Él a pesar de ser eterno, entró en el tiempo. Estos pensamientos (tomados de 1 Juan 1:1-2) nos conducen al misterio de la persona de Cristo. «Lo que era desde el principio» se podía ver, oír y tocar. Como dice Binning, esto combina lo antiguo y lo novedoso en uno solo, y eso lo hace aún más excelente y maravilloso. Esta es la gloriosa forma en la cual el «Verbo de vida» es puesto a nuestro alcance. Podemos esperar nuevas y frescas bendiciones del inmutable Verbo de vida, mas estas son de beneficio eterno.
Considerando el Comienzo Sin Comienzo
Cristo es aquél que fue desde el principio, el que estaba con el Padre antes de toda antigüedad desde la eternidad. Él no es sólo desde el principio de los tiempos, sino antes de todos los tiempos, antes de todos los comienzos imaginables. Cristo Jesús, el
Verbo del Padre, estuvo con el Padre desde el principio. Estaba con el Anciano de días, quien infinita e inconmensurablemente antecede a toda la antigüedad. Comparado con Su perdurabilidad, todo lo que consideramos antigüedad es mera novedad. La infinita, sin inicio e inmensurable perdurabilidad de Dios antes de este mundo, jamás será descifrada por el ingenio de hombres y ángeles. Aunque tengan toda la eternidad por delante, nunca podrán descifrarla.
No hay nada tan antiguo, Él es infinitamente anterior a las criaturas más viejas y antiguas. La edad de este Verbo es como un laberinto con innumerables desvíos y serpenteos. Aquellos que avancen más y busquen por más tiempo se encontrarán justo donde estaban, siempre comenzando, y nunca se aproximarán al principio de Su existencia. Esto se debe a que es el principio de todas las cosas que han tenido un principio, pero no tiene principio en Sí mismo.
Esto es lo que hace que la religión sea el tema más rico y trascendente del mundo. Nos presenta una doble eternidad. Envuelve al alma con una eternidad «pasada» sin principio y una eternidad «futura» sin final. «Lo que era desde el principio», antes de todo principio, real o imaginario. Cuánto tiempo se necesita para que un alma se establezca a la luz de todas las apariencias falsas y maquilladas del mundo.
Considere al Cristo Incomparable
Tal Salvador nos es ofrecido. Debemos venir y descansar en la Roca de los siglos. Él es aquel por cuya palabra todo el universo está establecido y se mantiene firme. Él excede y antecede infinitamente a todas las cosas visibles o invisibles y todos sus cambios. Desde la eternidad, el Padre y el Hijo se deleitaron en los pensamientos de paz y buena voluntad que tenían para con nosotros, los cuales serían revelados a su debido tiempo. Si se deleitaron en planearlo, cuánto más en llevar a cabo todo el plan.
Considere cuán incomparablemente excelente Salvador tenemos que es uno con Dios e igual a Él: uno con Él desde toda la eternidad. Qué fundamento tan sólido para la fe y la confianza, qué Roca sobre la cual asentar un alma que naufraga. Siendo la desdicha y la maldición del hombre propensas a perdurar por toda la eternidad, existe Uno que los libra de todo ello, Aquel que ha sido el mismo desde toda la eternidad. ¿Quién podría comprar para nosotros tal bendición absoluta a lo largo de toda la eternidad, excepto Uno que fuera el mismo desde toda la eternidad? Qué maravillosa proporción y hermosura hay en los caminos de Dios! Todo está concebido por la sabiduría infinita para que podamos tener un firme consuelo.
Considere cómo el Verbo de vida se le ofrece a usted y, sin embargo, no permite que su corazón se conmueva, o se despierte en pos de Él. Esto es rechazar una gran misericordia, al eterno Verbo de vida y a la infinita Sabiduría del Padre. ¿Dejaremos que este ofrecimiento pase de largo cada día y nunca encontraremos una pausa en la multitud de asuntos, pensamientos y deseos de este mundo? ¿Nunca miraremos más allá de este mundo, a Dios y a Su Hijo Jesucristo? ¿Nunca tomaremos en serio siquiera a Aquel que fue antes de todas las cosas o a nuestra propia alma, que debe sobrevivir y perdurar más allá de todas las cosas visibles?
Considerando al Cristo Siempre Nuevo
Pero también hay una novedad en este tema, que aumenta la admiración y que podría involucrar aún más nuestros afectos. La «vida fue manifestada» (versículo 2). Él es tal Verbo de vida que, a pesar de ser invisible e intangible desde el principio, recientemente se vistió de carne, lo que lo hizo visible y capaz de ser tocado. Estos son los dos polos sobre los cuales gira el misterio, la gloria y la maravilla del cristianismo. La antigüedad de Su verdadera existencia como Dios y la novedad de Su aparición en la carne como hombre.
Aquel que fue santificado desde la eternidad comienza a manifestarse en el cumplimiento del tiempo. Para hacerse visible, Él asume nuestra propia carne. Fue sólo para este propósito, que Aquel que era la Vida misma y la vida eterna vino a ser vida para los pobres pecadores muertos y les dio vida eterna. Al asumir nuestra carne, el Verbo se manifiesta y se hace visible más maravillosamente de lo que lo hace en la creación. En la creación el Creador hizo que las criaturas surgieran de la nada por mandato Suyo. Pero en este punto, el Creador se hace criatura. Una vez Él le concedió un comienzo de existencia a cosas que no existían. Siendo Él mismo antes de todo comienzo, ahora toma un comienzo y se hace carne, algo que no era antes.
Cuán sabia y maravillosamente se ha planificado que, para el bien del hombre perdido, el Hijo de Dios debía provenir de una mujer. Cuanto más baja es la naturaleza en la que Él se manifiesta, más alto es el misterio y más abundante es el consuelo. La gloria del unigénito Hijo de Dios se hizo más evidente al manifestarse en tan baja condición. Es para que el poder se manifieste por sí mismo en la debilidad y esos gloriosos rayos irrumpan debajo de una nube tan oscura. Esto fue más glorioso y más majestuoso que si se hubiera manifestado en la más perfecta de las criaturas.
Considere Nuestra Necesidad de Sus Nuevas Bendiciones
Cuando contemplamos la ancianidad de nuestro Salvador y la novedad de Su aparición en la carne unificadas, debería hacernos quererle. Él se ha acercado tanto a nosotros, y ha traído a Su propia Majestad dentro de nuestra esfera para que podamos echar mano de ella. Él hizo esto con el único propósito de hacer que la vida y la inmortalidad resplandecieran como haces de luz provenientes de Él para traer a la vida a las almas muertas. Abramos nuestros corazones a Él, y luego recibamos estas frescas noticias con nuevo deleite. Aunque tiene muchos siglos de antigüedad, esta noticia es aún reciente para un corazón que cree. Hay un manantial eterno en ella que envía consuelo fresco a las almas todos los días. Es tan refrescante como el primer día que brotó este manantial. Este es el vino nuevo que nunca envejece, sino que se renueva en cada generación con alguna nueva manifestación del amor de Dios. La encarnación de Cristo fue la primera manifestación del Hijo, la mañana misma de la luz y de la vida, la primavera que visitaba al mundo que estaba sepultado en las tinieblas de la idolatría.
El Sol de justicia apareció por primera vez sobre el horizonte en aquel momento. Pero aún hoy sigue siendo el mismo «día». Él ha estado manifestándose en mayor grado, resplandeciendo más y más hasta el mediodía (2 Pedro 1:19). Este Sol no se ha puesto desde entonces, sino que ha dado la vuelta al mundo por la predicación del Evangelio. Ha traído vida y luz de una nación a otra, y de una generación a otra. Debemos recibir Su bondadoso y afectuoso amor hacia la humanidad (Tito 3:4). Esto es lo que resplandece tan brillantemente. Los rayos de gracia y amor hacia los hombres son los rayos que provienen de este Sol de justicia.
Conclusión
Un nuevo año nos ofrece nuevas oportunidades de apreciaciones frescas de la gloria de Cristo. Debemos tomarnos regularmente un descanso de la rutina de las demandas y de la alimentación constante de nuevos contenidos para buscarla. Al hacer esto, nos pondremos en contacto con las realidades eternas. ¿Estamos negociando estas oportunidades y sólo adquiriendo lo que es nuevo pero que envejece de inmediato? La promesa de lo nuevo que el mundo ofrece constantemente pronto resulta vacía. Hay nuevas bendiciones a las que aferrarse en comunión con Cristo, el Verbo de la vida, mientras procuramos vivir este glorioso evangelio. Estas bendiciones son de eterna importancia.