De acuerdo con la Aplicación Bíblica YouVersion, Isaías 41:10 «fue compartido, marcado y resaltado más que ningún otro [verso] este año» en su plataforma. Es uno de los tantos “no temas” de los versículos de la Biblia y algunos lo encuentran significativo. Sin duda, el interés en los versículos bíblicos que abordan el miedo puede verse facilitado por la búsqueda basada en el emoji de la Aparición Bíblica YouVersion. Esto le permite a los usuarios pulsar las imágenes correspondientes a varias emociones que a su vez localizan versículos bíblicos relacionados. Aparentemente, las personas realizaron más de 18 millones de búsquedas para averiguar lo que la Biblia podría decirles en medio de sus altibajos emocionales. Al parecer, la aplicación es utilizada por 350 millones de dispositivos en todo el mundo. Las promesas bíblicas están concebidas para ser atesoradas y utilizadas en tiempos difíciles y de necesidad; son para fortalecer nuestra fe. Por supuesto, esto no quiere decir que debemos usar la Biblia como un estante de golosinas variadas en donde seleccionamos sólo los pensamientos positivos. Una cosa es apreciar, resaltar y compartir una promesa y otra cosa es meditarla y vivir de acuerdo a ella. Antes de considerar cómo aplicar Isaías 41:10 tal vez necesitemos plantearnos cuáles son las promesas de Dios y cómo debemos usarlas.
Entender las promesas es vital para la oración, meditar en la Palabra, animar a los demás y vivir por fe. Un antiguo método para hacer uso de las promesas es que donde encontremos un mandamiento o precepto en la Biblia, debemos buscar una promesa que esté directamente relacionada con el precepto. Entonces debemos orar la promesa y tratar de vivir en obediencia dependiendo de ella. Edward Leigh (quien fue miembro de la Asamblea de Westminster) habla de cómo las promesas fortalecen la fe, avivan la esperanza, encienden el celo, refuerzan la paciencia, y fomentan todas las gracias del Espíritu de Dios. Nos ayudan en todos los
problemas, tanto internos como externos. Pero necesitamos comprenderlas mejor para poder aplicarlas. He aquí algunos principios en un extracto actualizado basado en el extenso libro de Leigh sobre el tema.
1. Entendiendo las Promesas de la Biblia
(a) ¿Qué es una Promesa?
Las promesas son declaraciones externas de la voluntad de Dios concernientes al bien que se ha de recibir y al mal que se ha de eliminar.
(b) ¿Cuál es la Promesa más Importante?
La promesa principal es Jesucristo. Todas las promesas de bendiciones externas, como la comida, el vestido, la salud, la paz, la libertad, la liberación en las tentaciones, la protección ante el peligro, son dependientes de la promesa principal que es Cristo. Todas las promesas de Dios son seguras y ciertas para los hijos de Dios en Cristo (2 Corintios 1:20). La verdadera fe, en primer lugar, se sostiene a sí misma directamente sobre la promesa principal de Dios en Cristo. Luego y junto con esto, ejerce la fe en todas las demás promesas que conciernen al alma o al cuerpo. Abraham mediante la misma fe por la cual fue justificado, creyó en la promesa de Dios de un hijo (Romanos 4:18).
(c) ¿Qué hace que las Promesas sean Preciosas?
Las promesas de Dios son una rica mina de tesoros espirituales y celestiales. Son las riquezas inescrutables de Cristo (Efesios 3:8). El apóstol Pedro dice que son grandísimas en cantidad y preciosas en calidad (2 Pedro 1:4).
- El Dador es precioso. Se dice en las Escrituras que Dios es el dador de ellas (Romanos 1:2; 2 Timoteo 1:1; Tito 1:2).
- El costo por ellas es precioso. Jesucristo, por quien las obtenemos y por el precio que Él pagó para comprarlas (1 Pedro 1:19).
- La manera en que son otorgadas es preciosa. Son otorgadas gratuitamente por la preciosa misericordia de Dios (Salmo 36:7).
- La manera en que son recibidas es preciosa. La preciosa gracia de la fe se apodera de ellas (2 Pedro 1:1).
- El beneficio de ellas es precioso. Ser hechos partícipes de la naturaleza divina, es decir, de las gracias del Espíritu Santo (2 Pedro 1:4).
- Las cosas prometidas son preciosas. Si la promesa es tan dulce, cuánto más dulces son las cosas prometidas: vida y piedad o gloria y excelencia (2 Pedro 1:3).
2. Aplicando las Promesas de la Biblia
El uso correcto de las promesas ayuda a endulzar todas nuestras aflicciones, a fortalecer nuestra fe, a estimularnos en hacer el bien y a producir contentamiento en cualquier circunstancia. Pero, ¿cómo podemos utilizarlas de manera correcta?
(a) Conozca las Promesas
Si tenemos un medicamento a la mano que podría aliviar nuestro dolor, pero no podemos identificarlo, ¿de qué nos servirá? Si no conocemos las promesas, a pesar de que están en el Libro, ¿cómo eso hará que las cosas mejoren para nosotros?
(b) Recuerde las Promesas
Debemos esforzarnos por recordar las promesas. Lo que no recordamos, no lo sabemos. David escondió las promesas de Dios en su corazón y ellas lo sostuvieron en su angustia (Salmo 119:111). Las promesas de Dios le dieron gran consuelo (Salmo 119:50). Las promesas de Dios son el título de propiedad del cielo para el cristiano. Los cristianos hebreos desmayaban en su ánimo porque habían olvidado su consuelo y fortaleza (Hebreos 12:3, 5). Habían olvidado las promesas de Dios hechas para fortalecer su fe en la ardua prueba. Así como una lámpara de aceite no tardará en apagarse a menos que tenga una reserva de aceite, así también la fe no tardará en faltar a menos que se nutra con una continua meditación en las promesas de Dios.
(c) Aplicar las promesas
Debemos creer las promesas y aplicarlas en nosotros mismos. La fe no sólo cree que las promesas son verdaderas, sino que las aplica. Las promesas nunca se creen a menos que se confíe en ellas (Mateo 9:29; Marcos 9:23). Hay dos maneras de aplicar las promesas:
- La Meditación. Debemos tomar nota y ponderar bien las promesas.
- La Oración. Debemos orar fervientemente para que Dios nos revele por Su Espíritu las preciosas promesas que Él ha hecho a Su pueblo en Su Santa Palabra y nos dé sabiduría para valorarlas y aplicarlas correctamente. Todas nuestras oraciones deben estar basadas en las promesas de Dios (Génesis 32:9,12; 2 Samuel 7:27-29).
Las promesas especiales hechas a los individuos pueden aplicarse más ampliamente. La promesa a Josué (Josué 1:5-6) se aplica a todos los creyentes en Hebreos 13:5. La promesa a Pedro (Lucas 22:32) se aplica a todos los creyentes en Juan 17:15.
También debemos tener en cuenta las condiciones de una promesa y de qué dependen. Dios promete gracia y gloria (Salmo 84:11) pero note que es primero la gracia y luego la gloria. La piedad tiene las promesas de esta vida y de la que está por venir. Debemos tener en cuenta el orden que el Salvador utiliza, primero busque el reino de Dios y Su justicia y entonces todas estas cosas le serán añadidas (Mateo 6:33). Cuando Dios nos ha llamado al conocimiento de Cristo, no debemos buscar el cumplimiento inmediato de la promesa de Dios de salvación o perseverancia, mediante el solo poder de Dios mientras omitimos toda preocupación por santidad en nuestra vida. Dios no solo cumple Sus promesas en nosotros, sino también por medio de nosotros. Las promesas también están relacionadas con Sus mandamientos y nuestros deberes.
3. Aplicando las Promesas de Isaías 41:10
(a) Promesas de la Presencia Especial y Llena de Gracia de Dios
Este es el consuelo más dulce que Dios usó para sostener a Sus hijos en el Antiguo Testamento. Aquellos tales como Isaac (Génesis 26:3, 24) y Moisés (Éxodo 3:12 y 4:12) así como otros (Josué 1:5, 9. y 3:7; Ezequiel 3; Jeremías 1:8, 19). David animó a su hijo Salomón con esto (1 Crónicas 28:20).
Se aplica a toda la Iglesia en general (Isaías 41:10 y 43:2). Cristo está espiritualmente presente con Su Iglesia (Apocalipsis 1:13 y 2:1). Cristo dejó este consuelo en Su despedida a Sus discípulos y a los sucesores de estos: «He aquí yo estoy con vosotros… hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20).
(b) Promesas de Crecimiento y Aumento de la Gracia.
Dios ha prometido dar gracia abundantemente, no sólo dejarla caer sino derramarla (Isaías 44:3-4). Su alma será como un huerto regado (Isaías 58:11 y Jeremías 31:12). Dios promete hacer fructífero a Su pueblo. Él dice que dará fuerza a Su pueblo para andar en los caminos del Señor (Isaías 45:24; Isaías 40:29, 31; Salmo 29:11; Isaías 26:4, 12; Isaías 41:10; Zacarías 10:12; Filipenses 4:13). Van de poder en poder (Salmo 84:7). El justo proseguirá su camino y se fortalecerá cada vez más (Job 17:9). Su senda es como la luz de la aurora que va en aumento (Proverbios 4:18). Si crecemos en la obra del Señor, nuestro trabajo no será en vano en el Señor (1 Corintios 15:58).
(c) Promesas para Aquellos que Padecen por Bienhechores
La promesa de «no temas» en Isaías 41:10 se relaciona con el temor a los que se les oponen (Isaías 41:11-12). Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:10; 1 Pedro 3:14). Hay promesas para los que sufren por causa de la verdad o de la bondad y también para los que sufren a causa de ambas a la vez (2 Timoteo 2:11-12; 1 Pedro 4:13; Romanos 8:35-37). Dios someterá a todos sus enemigos (ver Génesis 12:3; Deuteronomio 30.7; Jeremías 12:14; Salmo 37:14-15, 17; Job 8:22; Isaías 41:11-12; Isaías 54:15; 59.19; Proverbios 22:23 y 21:1).
Conclusión
Cuando aplicamos las promesas dentro del contexto general de las Escrituras y de las prioridades de Dios para Su gloria (lo cual incluye nuestro bien pero también nuestra obediencia), es más probable que las apliquemos de manera correcta. Todas las promesas de Dios son seguras y ciertas en Cristo y las promesas deben conducirnos a Él con fe (2 Corintios 1:20). Las promesas de Dios están relacionadas con nuestro crecimiento en santidad, así como con nuestra bendición y protección. La Biblia está llena de promesas preciosas, ¿acaso las conocemos, las valoramos y las aplicamos?