27 Cosas que Ayudan en el Progreso Espiritual

No hay duda de que ninguno de nosotros está en el lugar que querríamos o incluso quizá en el que deberíamos estar espiritualmente. Esa fue ciertamente la confesión de Pablo (Filipenses 3:12-13). Necesitamos crecer en la gracia (2 Pedro 3:18) no sólo tenerla. Pero, ¿cómo pasamos de simplemente desear hacer progresos a ponernos en marcha? ¿Qué puede ayudarnos en el camino? A veces no son las cosas que siempre esperamos. Cuando las experiencias nos hacen más humildes, podemos avanzar con más discernimiento y menos autosuficiencia. Madurar en la paciencia a medida que crecemos lentamente es también un progreso continuo.

James Fraser de Brea (1639-1698) estuvo encarcelado en Bass Rock por predicación «ilegal». Esta altísima roca en el mar frente a la costa escocesa fue comprada por el gobierno expresamente para encarcelar a los ministros presbiterianos. Junto a otros tantos, sufrió mucho en aquellas terribles condiciones. También fue encarcelado en un período posterior en Blackness Castle (El Castillo de la Oscuridad), sin embargo, sobrevivió a los momentos de persecución. Durante muchas experiencias diversas el Señor le enseñó grandemente.

Fraser documenta las cosas, que por la bendición del Señor, le hicieron bien espiritualmente. Él dice: «No puedo negar que el Señor me ha mostrado bondad y me ha hecho bien, y que un pequeño se ha convertido en una gran nación». «Aunque afligido yo y necesitado», el Señor se acuerda de mí (Salmo 40:17). A pesar de que «con mi cayado pasé este Jordán», ahora, por la bendición del Señor, «estoy sobre dos campamentos» (Génesis 32:10). He pensado que es apropiado declarar las cosas que en mi experiencia, por la bendición del Señor, he encontrado que son de gran ayuda para progresar en los caminos de la santidad, de la paz y de la comunión con Dios. Y he hallado estas veintisiete cosas especialmente bendecidas para hacerme el bien.

1. La Compañía de Creyentes

Cuando han sido capaces de comunicarme su situación, los creyentes me han animado y han aliviado mis penas. Por sus vidas piadosas he sido provocado a buenas obras. He sido guardado en vida, me he recobrado del decaimiento, he sido iluminado y edificado por ellos (Eclesiastés 4:4, 9-10; 1 Corintios 12:7; Hebreos 10:24, 25). Hierro con hierro se aguza (Proverbios 27:17).

2. Observar la Providencia

He hallado gran beneficio observando las providencias del Señor y escudriñando el propósito de Dios en los buenos o malos eventos. Esto me ha hecho ver en las cosas mucho amor, ha librado a mi entendimiento de la confusión y me ha permitido conocer mi deber (Miqueas 7:9; Oseas 14:9; Salmo 107:43; Jeremías 8:7; Génesis 25:22; Éxodo 3:3-4).

3. Meditar en Dios

He hallado que meditar en los atributos de Dios me ha hecho mucho bien: especialmente en Su amor, poder, soberanía y santidad (Job 22:21; Juan 17:3). Por este medio he sido conformado a Su imagen, y mi amor, temor y fe han surgido y aumentado (Salmo 9:10; Efesios 3:18-19).

4. Meditar en el Evangelio

He hallado un gran bien al estudiar larga y seriamente el pacto de gracia. He ponderado su naturaleza, libertad, plenitud e inmutabilidad, y cómo la fe garantiza sus bendiciones. Meditar en el evangelio, las promesas evangélicas, los ofrecimientos y las invitaciones me han fortalecido y santificado. Me ha dado más conocimiento de Cristo y de sus caminos que cualquier otra cosa en la que me haya ejercitado. De hecho, lo considero las «ministraciones de la vida» (Gálatas 3:2: Hebreos 11; Romanos 1:16-17).

5. La Soledad

A veces el Señor me ha confinado en casa al no convocarme a ningún otro lugar. Normalmente estos han sido momentos de encuentro, y nunca he estado mejor que cuando estoy solo. La soledad me ha hecho bien (Proverbios 18:1; Números 6:2-3; Oseas 2:14). Dios me ha visitado a menudo en un desierto solitario.

6. Las Aflicciones Externas

He hallado que las aflicciones externas y las duras medidas del mundo me hacen bien, humillan mi alma, me mortifican ante el mundo. Han hecho dulce a Cristo y a Sus consuelos, quienes antes no me importaban mucho. Descubrí que era bueno llevar el yugo desde mi juventud. He aprendido a depender de Dios y he experimentado mucho de Su amor al sostenerme en las aflicciones, santificándolas y liberándome de ellas (Lamentaciones 3:27; Salmo 94:12; Hebreos 12:11; Salmo 119:67, 71; Proverbios 29:15; Oseas 5:15).

7. Esperar en Dios

He hallado reposo de espíritu, templanza y serenidad al hablar, el consejo al hacerme el bien; y mientras he esperado en Dios en silencio, Su Espíritu ha soplado (Isaías 7:4 y 9:15; Éxodo 14:13; 2 Crónicas 20:17; Filipenses 4:7; Lamentaciones 3:26; 1 Pedro 5:7).

8. Los Devocionales en Privado

He hallado mucho bien en la práctica diligente de los deberes privados, tales como la oración, la meditación, la lectura, el autoexamen, y cosas por el estilo. Así he sido fortalecido, vivificado y acercado a Dios; ellos han sido como alimento y bebida (Mateo 6:6; Lucas 22:46; Salmo 1:2-3; Job 8:5; Proverbios 18:1).

9. El Ayuno

He hallado que los deberes extraordinarios (por ejemplo, el ayuno) y el aprovechar al máximo otras oportunidades además del sacrificio matutino y vespertino (los devocionales), me hacen mucho bien. Mucha de la mente del Señor ha sido revelada mediante estos (Daniel 10:12) y las fuertes pasiones han recibido un golpe de muerte. He sido conscientemente consolado en esas ocasiones. Después de una larga enfermedad, estos me han devuelto la salud (Salmo 126:6; Jeremías 1: 5-6; Isaías 58:7-8; Marcos 9:29).

10. Escuchar la Predicación Fiel

He hallado al Señor bondadoso conmigo desde que dejé de escuchar los sermones de los conformistas [es decir, los ministros que se conformaron a la dominación estatal de la Iglesia]. Desde aquel día las escamas han estado cayendo de mis ojos. Mientras oía a esos ministros, me mantenía en esclavitud (2 Corintios 6:17-18; 1 Corintios 5:7).

11. Los Demás Orando por Mí

He hallado mucho bien a causa y por medio de las oraciones de los demás; porque desde que me valí de algunos para ese propósito, he hallado mucho bien. He observado, que aquellos de nosotros que procuramos el beneficio de las oraciones de los demás, fuimos los cristianos que más florecimos, y los que descuidaron esto decayeron y se marchitaron (Job 42:8; Santiago 5:16; Efesios 6:19; Romanos 15:30; 2 Tesalonicenses 3:1-2).

12. Buscar el Bien Espiritual de los Demás

He hallado mucho bien haciendo el bien a los demás, instruyéndolos, exhortándolos, enseñándolos y orando por ellos, especialmente a la gente pobre e ignorante. En el mismo momento en que les hablo, una luz gloriosa resplandece en mi alma, y me hace comprender más claramente las cosas que les he estado declarando. Cuando estoy plagado de confusiones y tristezas en este deber, mi corazón se ha iluminado y mis talentos han mejorado (Isaías 32:20; Eclesiastés 11:1; Proverbios 11:25).

13. Entender la Verdadera Libertad Cristiana Correctamente

He hallado que la consideración sincera de la verdadera libertad cristiana, de la sencillez del yugo de Cristo y del amor de Cristo en los mandamientos, en contraposición a un espíritu de esclavitud y a una conciencia escrupulosa y temerosa, me hacen mucho bien, y hacen que mi corazón se comprometa al servicio de Dios (1 Reyes 12:4; Lucas 1:74; Romanos 7:1, 4, 6 y 6:14; Nehemías 9:35; Deuteronomio 28:48). De la misma manera, hacer uso de consideraciones en contra del desánimo (1 Samuel 12:19-20).

14. Meditar en el Bautismo

He hallado mucho provecho y fortaleza al considerar el bautismo y lo que éste sella. Los escrúpulos y lo difícil han sido despejados y eliminados por este motivo. La confianza se ha fortalecido y me he envalentonado para acercarme a Dios (Romanos 6:1-12).

15. Leer Libros Espirituales

El Señor me ha bendecido con la lectura de escritos prácticos. Por este medio mi corazón se ha puesto en forma y ha recibido mucha fortaleza y luz. Los escritores más bendecidos para mí han sido Isaac Ambrose, Thomas Goodwin, Andrew Gray y especialmente Samuel Rutherford. He sido bendecido sobre todo por Thomas Shepherd de las obras de Nueva Inglaterra. El Señor le ha hecho «intérprete, de entre mil» para mí. Bajo Cristo he estado más ligado a sus escritos que a cualquier otro medio para despertar, fortalecer e iluminar mi alma. El Señor lo convirtió a él en un pozo de agua para mí en todas mis dificultades en el desierto.

16. Meditar sobre la mejor manera de relacionarse con Dios

He hallado que es bueno hacer una buena interpretación de los caminos del Señor, cuando éstos han sido externamente muy tristes (Éxodo 20:19).

17. Elogiar a Dios ante los demás

He hallado mucho bien al expresarme en alabanzas y elogios a Dios. Mientras que muchas veces no tan afectuosamente, pero sinceramente por el sentido del deber, he comenzado a alabarle ante los demás, he hallado que mi lengua ha afectado mi corazón (Santiago 3:2; Salmo 105:3 y 145:5-6). El Señor me ha recompensado por esto conscientemente.

18. Las Pruebas Internas

He hallado mucho bien al pasar por dolorosas y largas pruebas internas, al ser «vaciado de vasija en vasija», al cambiar y ser cambiado, levantado y derribado. La mejor manera de asentarse es por medio de estas. «Por todas estas cosas» (dice Ezequías) «los hombres vivirán» (Isaías 38:16). Estas me humillaron, me mantuvieron alerta, y siempre clamando al Señor. Ellas me han hecho experimentar en gran medida la bondad del Señor y me han hecho conocer el ejercicio de los santos en la Escritura (Santiago 1:2).

19. Superar las Dificultades

El Señor se ha apoderado de mí de manera única para que resista las fuertes tentaciones, asuma tareas difíciles y mate a las indisposiciones internas. Asimismo, en la pérdida y el desprecio del mundo exterior. El fruto de esto ha sido enorme. Tal fruto ha incluido orar bajo indisposición, reprender a los conocidos y abandonar caminos y pensamientos muy placenteros para la carne (Jeremías 2:1-2; Hebreos 11:6; Romanos 2:7; Mateo 5:10 y 16:24).

20. La Sumisión Humilde

He hallado mucho bien al estudiar y ejercitar el deber de la humildad y la sumisión (Santiago 4:7). Los deberes son fáciles de cumplir para un espíritu humilde. Alivia al alma de la angustia y hace que las cargas sean fáciles de llevar. «El infierno no es infierno para un alma humilde» (Thomas Shepherd). Siempre he hallado ayuda cuando me humillo.

21. Meditar en los Tratos del Señor Conmigo

Meditar seriamente en los tratos del Señor conmigo en lo referente al alma y al cuerpo y traer a la mente Sus múltiples misericordias me han hecho mucho bien. Ha resuelto mi situación, ha confirmado mi alma en lo referente al amor de Dios, mi interés en Él, y me ha hecho amarlo. ¡Qué bien me ha hecho el escribir en este diario! ¡Cuántos pozos de agua antes ocultos se han abierto ante mis ojos! (Salmo 107:4 y 18:1-2). Casi nada me ha hecho más bien.

22. Hacer votos a Dios

Hacer y renovar votos y pactos con Dios (a pesar del débil compromiso y desempeño) ha generado vida y pensamientos agradables acerca de Dios. Ha sido un medio para recuperarme del decaimiento espiritual y evitar que vuelva a caer (Deuteronomio 29:12-13).

23. Meditar en las Principales Cosas

La meditación sobre las verdades generales más comunes me ha hecho bien, por ejemplo, la muerte, el cielo, el juicio, el pecado, el ser y la providencia de Dios, la caída del hombre y la muerte de Cristo, etc.

24. No Aplazar los Deberes

Cumplir con los deberes sin trivialidades ni dilaciones. Un deber cumplido a tiempo vale el doble que un deber aplazado.

25. Escribir acerca de la Doctrina

A través de la redacción de puntos doctrinales, por ejemplo, las Escrituras, los atributos de Dios, los deberes cristianos, los sermones, las experiencias, etc. Esto ha mantenido mi corazón como agua fresca.

26. El Autoexamen

El autoexamen sincero y deliberado me ha ayudado mucho a asentarme. Me he estado examinando a mí mismo, viendo las cualidades de los santos e hipócritas en las Escrituras y sus pecados y faltas. He estudiado la naturaleza de la verdadera gracia salvífica y la diferencia (según las Escrituras) entre la falsa y la verdadera gracia.

27. Evitar las Preocupaciones Temporales Innecesarias

He hallado mucho bien al mantenerme alejado de demasiados asuntos temporales o seculares. Por varias razones no era así al principio de mi vida cristiana. Aunque mis preocupaciones requerían diligencia, no me arrepiento de ello porque significaba que mi corazón estaba totalmente absorto en la condición de mi alma y no se desviaba de esto (Proverbios 18:1).

Second Reformation Author: James Fraser of Brea

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