Hemos entrado en el mes de la Reforma, el clímax del 500vo aniversario. En medio de la conmemoración es posible echar un vistazo atrás tan largo, que nos olvidamos de mirar hacia adelante. En otras palabras, podemos inclinarnos a pensar en la Reforma como un acontecimiento en el pasado en lugar de un imperativo presente. Este hito es un punto de reflexión sobre dónde estamos en relación con la Reforma y lo que aún queda por lograr como individuos, Iglesias y comunidades. ¿Cómo nuestras vidas, familias y congregaciones concuerdan con los requerimientos de Dios en Su Palabra? La reforma es una actividad difícil e incómoda. Desafía nuestra complacencia y nuestras expectativas. ¿Tendríamos el apetito para ello que pensamos tener?
La Palabra de Dios es la única regla para la reforma. ¿Pero qué queremos decir con eso? Anthony Burgess (1600-1663) explica cómo la Palabra de Dios tiene un rol supremo en la obra de la reforma. Burgess vivió durante una época de reforma y fue miembro de la Asamblea de Westminster. Él ministró en Sutton Coldfield y escribió muchos libros valiosos. Lamentablemente, estos han sido relativamente abandonados. El siguiente es un extracto actualizado de uno de sus sermones predicados ante el Parlamento. Él muestra que la reforma es difícil, tal vez incluso desalentadora, pero también que es una prioridad absoluta que Dios bendice.
1. El Estándar de la Reforma
(a) Reforma en Doctrina
Una fe sana es el alma de la religión; es como el sol en el cielo o como el ojo en el cuerpo. La creencia errónea y la vida errónea van de la mano. Himeneo y Fileto hicieron naufragar tanto su fe como su buena conciencia (2 Timoteo 2:17). No podemos construir ninguna confesión de fe sin extraer los materiales de esta montaña. El error y la herejía no tienen enemigo como las Escrituras. Podemos ser tan ortodoxos como sea posible en nuestra doctrina, pero si no creemos en estas cosas a causa de las Escrituras, es meramente una fe hecha por el hombre. Una fe meramente humana se basa en la formación y en la tradición humana y está muy lejos de la fe divina.
(b) Reforma en la Adoración y Disciplina de la Iglesia
Una Iglesia ortodoxa sin buena disciplina y adoración pura es como un campo de maíz sin setos. Qué Iglesia tan hermosa tendríamos si se respetaran los mandamientos de las Escrituras. Todo lo que se hace en la adoración sin la Palabra de Dios es hacer «lo que no sabemos» (Juan 4:22). La base sobre la cual permitimos un aspecto de la adoración que es meramente de nuestra propia voluntad, será la misma base para más. En la disciplina y el orden eclesiástico, un hombre profano debe ser tan raro en la Iglesia como lo es una estrella resplandeciente (2 Tesalonicenses 3:6;1 Corintios5:11).
(c) Reforma en la Vida Cristiana
Somos amonestados por las Escrituras en cuanto a nuestra vida exterior (Salmo 19:11). Las Escrituras son el antídoto contra el pecado. El joven puede limpiar sus caminos por medio de ellas (Salmo 1119: 9). Muchos no consideran este uso de la Escritura, no se atreven a tener ninguna otra doctrina aparte de la que la Escritura enseña, pero se atreven a vivir otra vida. De la misma manera que crees lo que está escrito, debes vivir, temer y regocijarte tal y como está escrito.
(d) Reforma en nuestro Corazón y Conciencia
Las Escrituras difieren de todas las demás reglas y leyes. Estas sólo nos atan exteriormente, pero las Escrituras llegan al corazón y a la conciencia; «La ley es espiritual» (Romanos 7:14). La ley puede incluso condenar a un fariseo que se admira a sí mismo. Cuando esta luz de sol brilla, descubre todos los pensamientos ocultos del corazón y todas esas motas que de otra manera no se verían.
Es una espada de dos filos (Hebreos 4:12). La elocuencia humana no aterroriza la conciencia, pero la Palabra de Dios sí. Hace que el corazón grite: «Estoy vencido, vencido». Es verdad que Dios hace uso de la elocuencia humana, pero toda ella deben estar subordinada a la Palabra. Como Dios es el Padre de los espíritus, así la Palabra es una palabra de los espíritus. Aunque el mundo entero pueda amenazar, el corazón se sostiene si la Palabra consuela; pero si esta amenaza, el corazón desiste.
(e) El beneficio de Honrar las Escrituras
Al gobierno de la Escritura se le oponen la tradición, el razonamiento y las opiniones de los hombres. Muy a menudo se le opone apelando a la opinión de la mayoría. Muchos nunca consideran lo que las Escrituras mandan, sino que creen, adoran y viven como la mayoría de los demás lo hacen. Dios nos ha prohibido explícitamente «seguir a los muchos para hacer mal» (Éxodo 23:2).
Si honramos las Escrituras como supremas, acontecerá que:
(a) estaremos seguros y firmes en nuestro camino; (b) seremos santos y espirituales en nuestra vida; (c) estaremos en paz (Gálatas 6:16); (d) seremos ridiculizados por rígidos; (e) por extraño pensamiento; y (f) seremos odiados.
Para beneficiarnos de las Escrituras de esta manera, necesitamos:
(a) permanecer en ellas frecuentemente; (b) orar por entendimiento espiritual; (c) ser humildes y mansos al someternos a ellas; (d) amar la verdad de Dios.
2. Cosas que Dificultan la Reforma
(a) La Complacencia
Existe complacencia al pensar que no hay necesidad de reforma. Este fue el caso con los laodicenses; ellos pensaron que estaban completos y que eran ricos (Apocalipsis 3:18). Muchas Iglesias habrían sido más puras y reformadas si no hubieran pensado que se habían reformado ya lo suficiente. Puede ser así con los individuos como dice Pablo, yo no habría conocido el pecado, si la Ley no hubiera dicho: No codiciarás. Una iglesia puede decir, yo no habría conocido esto como un abuso, como un error, si la Escritura no lo hubiera manifestado.
(b) El Pragmatismo
Esto hace que los hombres varíen sus puntos de vista y su conciencia de acuerdo a consideraciones cambiantes. Lo que es una buena teología para ellos hoy será un error mañana; la reforma de hoy será para ellos el desorden de mañana.
(c) La Gentileza Pecaminosa
¿Qué tan difícil es no aceptar una reforma mediocre? La gente piensa que debemos pasar por alto muchas cosas y proceder gentilmente. La rigurosidad de la Palabra de Dios es algo completamente diferente a esto. Hay una gentileza lícita, pero esta es diferente a la gentileza pecaminosa.
(d) El Amor por las Cosas Terrenales
En Hageo 1:2-10 encontramos que la preocupación de la gente por construir sus propias casas les hizo descuidar la construcción del templo de Dios. Para satisfacer su codicia, los fariseos interpretaban las Escrituras falsamente. Si la gente prefiere perder a su Dios antes que su abundancia o separarse de su religión antes que de sus riquezas, ¿cómo podrán promover la causa de Dios o abrir paso a la venida de Cristo? Cuando los hombres pueden deleitarse más en la gloria de sus propias casas que en la belleza espiritual de las ordenanzas, o tener más gozo en sus corazones al aumentar el vino y el aceite que en Dios y Sus caminos, no es de extrañar que tan pocos abran paso a Cristo. Gregorio Nacianceno agradeció a Dios que tenía algo que perder por causa de Cristo.
(e) Los Deseos Pecaminosos
La gente se turba grandemente si no pueden complacerse tanto en sus lujurias y sus pecados. Pero ustedes deben consolarse de que Cristo soportó el conflicto de los pecadores.
(f) La Oposición General
Puede que sólo haya unos pocos para la reforma contra muchos grandes y doctos que se oponen a ella. Lutero confesó que no fue una prueba menor para él: «¿Eres tú el único sabio, todos los demás están equivocados?» Pero si esto se hubiera considerado, entonces los profetas, Cristo, Lutero, Calvino, nunca habrían comenzado ninguna reforma, porque el mundo estaba en contra de ellos. Las reformas siempre se han considerado imposibles. A Lutero se le dijo: «vete a rezar a tu celda, es improbable que hagas algo mediante conmoción». La gente se enfurece y toman consejo juntos para que Cristo no sea exaltado en Su trono (Salmo 2:1). Pero esto no nos excusa, es mejor soportar la rabia de la gente que la ira de Dios. Es mejor hacer fruncir el ceño del mundo que el de Dios.
(g) La Novedad Aparente
La verdad está antes que el error; sólo el pecado hace nueva a la verdad. Demuestra cuánto hemos apostatado que los caminos de Cristo son considerados nuevos. Esto es así desde el principio. La novedad yace en el error y la superstición, quebrantando el día de reposo, descuidando la piedad.
(h) La División Aparente
Las divisiones pueden parecer surgir por dicha causa y los errores se multiplican en tales momentos. Muchos se quejan de varias sectas que han surgido pero nunca culpan a los que las causaron. Esta ha sido siempre la calumnia dirigida contra una reforma: tantos hombres, tantos evangelios. A Lutero le decían a menudo sus oponentes que no dividiera la túnica sin costuras de Cristo. No culpen a la reformación por esto (es lo único que puede remover estas cosas) culpen a aquellos que causaron las divisiones.
(i) Los Problemas Externos y La Conmoción
A menudo esto acompaña a una reforma. Cristo predijo fuego y espada, padre contra hijo e hijo contra padre. Esto sucedería dondequiera que Su predicación pura y poderosa fuera establecida. Él no es la causa de esto, sino más bien los corazones tercos y rebeldes de los hombres. No es el médico o la medicina la que causa el dolor que siente el enfermo, sino la enfermedad que ha estado en él durante tanto tiempo.
(j) La Ingratitud
La gente a menudo no estima ni valora a aquellos quienes Dios envía para liberarlos. Fueron desagradecidos con Moisés y Aarón. Esta falta de gratitud es un pecado grave, pero no debe ser un desaliento para aquellos que son empleados para el bien público. Lutero nos dice cuán grande fue esta prueba para él. «Cuando veo esta ingratitud a veces pierdo la paciencia y seriamente me propongo hasta que esta doctrina haya sido ya difundida, preferiría haber hecho cualquier cosa antes que declararla a este mundo ingrato; pero estos son los pensamientos de la carne».
3. Las Razones para Continuar Reformándose
Ahora bien, hay muchas razones urgentes por las que los reformadores deberían seguir adelante.
(a) Dios Castiga la Negligencia
Porque Dios ha castigado severamente la negligencia en cualquier mandato que ha dado a Su Iglesia. Aunque hayan hecho mucho, si no lo han hecho completamente, Él se ha enojado. Es por eso que se lee tan a menudo acerca de los reyes «Con todo eso, los lugares altos no se quitaron». El juicio sobre Nadab y Abiú por ofrecer fuego extraño; la ruptura hecha con Uzías debería advertir a los reformistas contra el permitirse quebrantar el menor de los mandamientos de Dios. No pienses que eres libre de decidir qué tanto o qué tan poco se puede hacer por Dios, usted es responsable ante Dios por jotas y tildes.
(b) Dios odia la Adoración Falsa
No hay nada más odioso para Él que la corrupción en Su Iglesia. ¡Qué nombres tan detestables da la Escritura a los ídolos! Jesús dice en Juan 4 que el Padre busca a los que le adoran en espíritu y en verdad. Esto muestra cuán preciados y deleitosos son para Dios aquellos que le adoran a su manera. Nuestro Salvador les dice a los fariseos que, aquello que era altamente estimado entre ellos como gran piedad y devoción, era una abominación ante Dios. ¡No hagamos ninguna cosa abominable!
(c) Es el Único Camino de Bendición
Es sólo haciendo la voluntad del Señor que estamos seguros de la bendición. La bendición vino cuando Josafat estableció a aquellos que enseñaban el buen conocimiento de Dios. Es verdad que podemos estar en el desierto por mucho tiempo y Dios puede permitir que los enemigos prevalezcan debido a los pecados de Su propio pueblo. Siempre debemos recordar el final del Señor, observar los finales de toda reforma, y encontrarán que son paz. No es la piedad de un hombre santo lo que le causa muchos de sus dolores, sino porque no tiene suficiente piedad. No es la reforma la que produce infelicidad en una Iglesia o Estado, sino que debido a que no estamos lo suficientemente reformados, no estamos dispuestos a que esto suceda.
Dios reformará Su Iglesia por otros medios si nosotros no lo fomentamos. Es el mayor honor que Dios ha puesto en ustedes. En estos asuntos de Dios no consulten con carne ni sangre. Recuerden que Él está comprometido con Su verdad más que ustedes; tienen sus vidas y riquezas que perder, pero Dios tiene Su honor y verdad que perder, los cuales valen más que todo el mundo.
¿Cómo responderá usted a Dios en el Día del Juicio si Él pone una oportunidad en sus manos y usted no ha hecho el mejor uso de ella? Tome su ejemplo de David en el Salmo 132 cuando él había prometido traer el arca de regreso a un lugar apropiado. «Recuerde a David y todas sus aflicciones» (literalmente «en toda su aflicción» en todas sus tribulaciones, temores y preocupaciones cuando Dios hirió a Uza, y así le impidió en su reforma pretendida). No dormiría ni comería (hipérbole por los esfuerzos implacables que haría por asentar el arca).
Conclusión
La reforma es necesaria en nuestros días, es un acto y no sólo un acontecimiento. Pero de ninguna manera es un trabajo fácil. Hay muchos retos, pero para la gloria de Dios, nuestro propio bien y el de la Iglesia, no sólo debemos querer que esto suceda, sino que también debemos comprometernos activamente en ello en nuestros propios días.