¿Tenían Los Covenanters Derecho a Defenderse?

Hace 350 años, los servicios de adoración diferentes al patrocinado por el gobierno fueron proscritos. Todos los que se negaban a asistir a la iglesia estatal eran fuertemente multados. Los soldados vigilaban las casas y tenían la libertad de hacer lo que quisieran con la población local. El castigo por conducir un culto «ilegal» era la ejecución. Los terratenientes, los magistrados y cualquier persona en una posición de autoridad tenían que apoyar y reforzar tales medidas. La gente fue llevada a la desesperación bajo tal tiranía. ¿Qué podían hacer? En noviembre de 1666 se levantaron en defensa propia, pero ¿fue correcto hacerlo?

El 13 de noviembre de 1666, un evento espontáneo surgió de un caso particular de crueldad. Los soldados estaban exigiendo «multas eclesiásticas» y amenazaron a un anciano pobre con ser asado vivo en su propio hogar porque no podía pagar. Cuando otros intervinieron, los soldados atacaron con espadas, pero uno de los Covenanters disparó una pistola hiriendo a uno de ellos e inmediatamente los demás se rindieron.

Al darse cuenta de lo lejos que habían llegado con tal acción, y que por ello serían considerados rebeldes, decidieron levantar una fuerza armada. Tenían la intención de ir a Edimburgo para solicitar al gobierno la mitigación de la opresión. En el camino, renovaron el Pacto Nacional en Lanark y Gabriel Semple predicó. En su sermón, mencionó Proverbios 24:11-12, el cual condena la falla de no liberar a aquellos que son «llevados a la muerte, y a los que están en peligro de muerte», haciendo una conmovedora referencia al rescate en Dalry y al contexto más amplio.

Sin embargo las tropas del gobierno los persiguieron esperando el momento preciso para atacarlos. A causa de la marcha nocturna y del clima inclemente, al llegar a Edimburgo, «parecían más hombres moribundos que soldados yendo a la batalla… estaban cansados, débiles, medio ahogados, medio muertos de

hambre». Cuando les fueron cerradas las puertas de Edimburgo, marcharon al oeste, rumbo a sus casas. Fue en este punto en que el General Dalyell los atacó con su ejército de unos 3.000 hombres bien equipados. Los Covenanters tenían alrededor de 700-900 hombres. Una batalla tuvo lugar en Rullion Green en Las Colinas Pentland, a unas siete millas de Edimburgo el miércoles 28 de noviembre. Cincuenta de los Covenanters fueron asesinados y ochenta capturados.

Sir James Stewart de Goodtrees (1635-1713) publicó una defensa del Levantamiento de Pentland junto con un ministro llamado James Stirling. El libro se llamó Naphtali, or, The Wrestlings of the Church of Scotland for the kingdom of Christ (Neftalí, o, Las Luchas de la Iglesia de Escocia por el Reino de Cristo). Stewart fue un abogado, más tarde Lord Advocate de Escocia. En su obra se describen las leyes tiránicas y los eventos acontecidos durante el Levantamiento de Pentland. Luego se puntualizan algunos argumentos en defensa de los Covenanters los cuales se resumen a continuación.

1. La Defensa Propia

El levantamiento fue un acto de defensa propia. Dios nos ha dado tanto el poder como el derecho a la legítima defensa. Los cuales no podemos anular, ni tampoco renunciar. Ya que tanto ese poder como ese derecho son parte de La Ley de Dios [véase el sexto mandamiento, Catecismo Menor P.68-69].

2. El Reconocimiento del Gobierno Ordenado por Dios

No eran contrarios al gobierno, pero tampoco daban por sentado de que los reyes y los gobiernos no hacían nada malo. Los gobiernos son ordenados por Dios en subordinación a Su Ley para la seguridad de cada individuo. Si cualquier gobierno se pervierte, el vínculo común de la sociedad, el gobierno y la ley, se disuelven. Los gobernantes que ordenan cosas directamente contrarias a La Ley de Dios pueden ser justamente desobedecidos. Podemos resistir legalmente a aquellos reyes o gobiernos que destruyen su propio reino.

3. La Acción de Emergencia Contra la Tiranía

Cuando el vínculo común del gobierno y la sociedad se disuelven, las personas pueden unirse y asociarse para su mejor defensa y preservación. Esto es lo que ocurre cuando las sociedades se forman por primera vez. Pueden unirse en defensa propia.

4. La Ley de Dios es Suprema

Los reyes y parlamentos de Escocia ya han reconocido la Palabra y voluntad revelada Dios como la regla superior del derecho. Los mismos deben seguir ateniéndose a esta, incluso si el gobierno actual no lo hiciese.

5. La Obligación Perpetúa con Dios

Pertenecieron a una nación solemne y expresamente comprometida por el pacto con Dios y entre ellos mismos para el avance de los objetivos del Pacto Nacional. Esto significó esforzarse por una reforma nacional y por la «valiente reivindicación de la gloria de Dios, Su obra y causa». Tenían que continuar defendiendo esto sin importar quién se apartase de este camino, para que no cayeran bajo el juicio de Dios. Habían sido quemados y apartados por el gobierno. El rey y el gobierno habían suscrito personalmente los pactos con Dios en el pasado y habían (como otros) mantenido sus cargos al firmarlos. Sin embargo, tales pactos sagrados no podía ser disueltos por el hombre, estas obligaciones permanecieron en lo que a Dios respecta y en las conciencias de aquellos que temieron Su nombre y buscaron Su gloria.

6. Defendiendo lo más Importante

Estaban comprometidos con la defensa y preservación de la vida, las libertades y la comunidad, «y en este caso particular se levantaron en contra de las violaciones y lesiones más horribles y bárbaras que se puedan imaginar». Actuaron también para la gloria de Dios y del Señor Jesucristo, en defensa y mantenimiento del bendito evangelio y su precioso ministerio y ordenanzas. Estos eran deberes y preocupaciones infinitamente más importantes que las libertades civiles. No se pueden suponer motivos más claros para la defensa propia y la reforma.

Conclusión

El Levantamiento de Pentland no fue traición contra la autoridad legal. Los levantamientos y los grupos contrarios a la ley son traidores si «no están garantizados y ordenados por la ley y autoridad superior de Dios». Por esta razón, el Levantamiento «fue totalmente legal, justo y necesario». Fue en defensa propia contra la autoridad que tiránicamente irrumpía los derechos del individuo a través de una violencia física muy brutal. Claramente, la aplicación de tales principios en un contexto diferente necesita mucho la consideración cuidadosa y devota. Indudablemente fueron empujados a optar por ese último recurso. Está claro que estos Covenanters tenían una clara comprensión de las libertades religiosas y civiles que tanto apreciaban.

Second Reformation Author: Covenanters

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