La verdad Escritural de la justificación por la fe sola es la enseñanza más estrechamente asociada con Martín Lutero. Se trató de un cambio radical con respecto a la idea de que la justificación sólo tendría lugar en el futuro el día del juicio. Aún más radical fue la verdad de que era por la fe sola y no por la fe formada por los actos de caridad que merecían la vida eterna. Lutero vio que las Escrituras enseñan que no somos justificados por ninguna obra que hacemos, sino únicamente sobre la base de la justicia imputada de Cristo (Romanos 3:21; 4:4-5). No es de extrañar que escribiera: «Uno no puede ablandarse ni ceder en este artículo, porque entonces el cielo y la tierra caerían».
También escribió que la justificación es «la doctrina más deleitosa». Pero agregó que había «pocos… quienes la han meditado con detenimiento y quienes la han enseñado correctamente». Unos 150 años más tarde aún necesitaba una enseñanza y una mentalidad correcta. John Brown de Wamphray escribió La Vida de la Justificación Desplegada (The Life of Justification Opened) para aclarar la doctrina contra aquellos que estaban introduciendo el error. Este problema persiste en la actualidad. Una de las áreas que Brown discute es cómo justifica la fe:
La fe está mirando a Cristo, como el israelita mordido en el desierto miró a la serpiente de bronce (Juan 3:14-15). La fe es decir: «en Jehová está la justicia» (Isaías 45:24). Es el creyente vistiéndose del Señor Jesús, para que sea hallado en Él y revestido de Su justicia (Filipenses 3:9). Es recibir a Cristo (Juan 1:12) y recibir la expiación en Él y a través de Él (Romanos 5:11) junto con la abundancia de gracia y el don de la justicia (Romanos 5:17). Por eso se le llama «creer en Su nombre» (Juan 1:12; 6:29; 7:38-39; 17:20; Hechos 16:31). Debido a que la fe se ha arraigado en la justicia de Cristo, esta justicia es llamada la «justicia de la fe» (Romanos 4:11) y la «justicia que es por la fe» (Romanos 9:30). Es esa, «que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe» (Filipenses 3:9). La fe que justifica es recibir a Cristo y Su justicia. Quita al hombre de sí mismo para que pueda encontrar y participar de esa toda-suficiente justicia de Cristo. De este modo, él puede presentarse ante Dios con confianza y esperar perdón y aceptación. Afirmar que la fe es en sí misma la justicia-evangélica en la que pueden apoyarse y esperar justificación, sería destruir la obra esencial de la fe que justifica.
Brown enfatiza que los creyentes no están justificados por su fe, como si eso constituyera su «justicia-evangélica». Más bien, sólo son justificados a causa de la justicia de Cristo imputada a ellos a través de la fe como un mero instrumento o medio para recibirla. Él continúa diciendo:
La fe, en este asunto, es como el ojo del alma, que no mira hacia sí mismo sino hacia otro. Todos los que quieran vivir la vida de la justificación deben acercarse a Jesucristo, apoyarse en Él y en Su justicia. Deben ser revestidos con el manto de Su justicia solamente y hallados en Cristo solamente. Esta es la única base que deben considerar para presentarse ante Dios, vistiendo la justicia de Cristo que Dios imputa a los creyentes, y que reciben por la fe, a fin de que puedan tener la justificación.