La Mayor Mentira que Podemos Decirnos a Nosotros Mismos

La psicología pop cree que lo peor que podemos hacer es no pensar positivamente en nosotros mismos. Aparentemente sólo necesitamos tener la mentalidad correcta y entonces podremos lograr cualquier cosa. Nuestros pensamientos negativos se convierten entonces en «las mentiras que nos decimos a nosotros mismos». La sabiduría bíblica es muy diferente. Revela verdades y realidades gloriosas que nos proporcionan más motivación de la que podríamos imaginar. Sin embargo, también revela la incómoda verdad sobre nosotros mismos, dejándonos sin ningún lugar en donde escondernos. A menos que aceptemos esto, sólo nos engañaremos a nosotros mismos. La Biblia dice que lo más glorioso que podemos tener es una comunión con Dios. Sin embargo, se ve obstaculizada por la mayor mentira.

Ambas se juntan en un solo versículo. «Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad» (1 Juan 1:6). Hugh Binning nos revela el privilegio más glorioso y la mayor de las mentiras.

La Verdadera Religión está en Comunión con Dios

La verdadera religión consiste no sólo en el conocimiento de Dios, sino sobre todo en una conformidad con Él y en una comunión con Él. La comunión y compañerismo con Dios es la gran meta y el diseño del evangelio. Es el gran resultado de todos los esfuerzos y progresos de un cristiano. No es sólo la mayor parte de la religión, sino su propia recompensa.

La piedad tiene su propia recompensa de felicidad sin tomar prestado de las cosas externas. Este fruto dulce y fragante que perfuma toda el alma con deleite y la llena de gozo, brota de una conformidad con Dios. Esto significa asimilación de la naturaleza y disposición, cierta semejanza a Dios impresa en el alma nuevamente en los santos afectos y disposiciones. Significa también que nuestra voluntad coincide con la voluntad de Dios, ahogándola en el mar de Su beneplácito y teniendo Su ley en las entrañas.

¿Cuál es la raíz de esta conformidad sino el conocimiento de Dios? Este tiene el poder de transformar el alma a Su semejanza. Ve usted entonces dónde comienza la verdadera religión desde lo más bajo, y por qué medios crece hasta el dulce fruto de ese gozo eterno que será prensado de las uvas de una comunión con Dios. Así que, cualquier cosa que nos sea declarada por Dios en Su Palabra concerniente a Él mismo no es solamente presentada para nuestro conocimiento. Es también especialmente un patrón para la imitación y un ardiente motivo para nuestro afecto. Esta es la sustancia misma del versículo «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él» (1 Juan 1:5).

La Verdadera Religión es Asemejarse Más a Dios

El fin de conocer a Dios es volverse más parecido a Dios. Consideremos que sólo conocemos a Dios en la medida en que le amemos, temamos y nos conformemos a Él. Cualquier conocimiento que no esté haciendo esto o que no tenga esta meta, no servirá para otro propósito que el de ser un testigo contra nosotros.

Si quiere tener compañerismo con Dios, entonces considere en qué se involucra y qué clase de persona es Él. El conocimiento íntimo de los unos a los otros se presupone en toda verdadera amistad. Debe conocer quién es Dios si quiere tener comunión con Él. No hay comunión sin conformidad y no hay conformidad sin conocimiento de Él. Por lo tanto, así como Él es luz, así el alma debe ser hecha luz en Él e iluminada por Él. Debemos ser transformados a esa naturaleza y ser hechos hijos de la luz quienes antes éramos hijos de las tinieblas. Ahora, así como hay una luz de entendimiento y sabiduría en Dios, y una luz de santidad y pureza, así también hay en nuestras almas, opuestas a éstas, una oscuridad de ignorancia, incredulidad, pecado e impureza de los afectos. Y bien, «¿qué comunión puede tener la luz con las tinieblas?»

Contemplar a Dios frecuentemente hasta que nuestras almas sean iluminadas y nuestros corazones purificados hace que el alma progrese hacia la más estrecha conformidad con Dios. Esto le da al alma mayor capacidad para una bendita comunión con Dios. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

La Mayor Mentira

No hay nada en lo cual los hombres se dejen engañar tan fácilmente como en la religión (el asunto de mayor interés). En esto consiste el bienestar eterno de sus almas. No hay engaño tan grosero o tan universal en ninguna otra cosa como en esta. El engaño junto con el amor propio (el cual siempre engaña a la mente y no permite un serio e imparcial auto-examen) están en el fondo de esta vana persuasión.

Si alguien dice que es cristiano, realmente afirma que tiene comunión con Dios. En la medida en que pretendan ser cristianos y no profesen la santidad, caerán en una doble contradicción y cometerán una doble mentira. La primera está entre su profesión y la práctica, y la segunda está en su profesión misma.

Su práctica es directamente contraria a la profesión muy general del cristianismo. Afirman ser cristianos y, sin embargo, rechazan la profesión de la santidad. Dice usted que espera el cielo y sin embargo no pretende ni siquiera fingir ser piadoso ni caminar en lo espiritual. Sin esto el nombre de Cristiano es vacío, vano y ridículo.

Esta es la mayor y más peligrosa mentira. Es la mayor mentira porque abarca toda la vida de alguien. Es una gran mentira universal, una mentira compuesta de infinitas contradicciones e innumerables mentiras individuales. Cada paso, cada palabra y cada acción es en su propia naturaleza contraria a esta santa profesión. Pero todo combinado forma una constelación negra de mentiras — una poderosa mentira contra la verdad. Y además, no está en contra de una verdad en particular, sino en contra de todo el conjunto del cristianismo.

El error es una mentira contra la verdad particular a la que se opone, pero todo el curso de una vida ignorante e impía es una mentira continua contra todo el cuerpo del cristianismo y de la verdad cristiana. Es una mentira que se extiende a lo largo de muchas semanas, meses y años contra todo el tejido de la profesión cristiana. No hay nada en la vocación de un cristiano que no se retracte, contradiga y reproche por ello.

¡Oh, que pudiera examinar sus caminos y ver qué montón de mentiras e inconsistencias hay en ellos! Vea qué reproches le hacen estas mentiras en la práctica al honor de su llamamiento cristiano. Tienden por su propia naturaleza a deshonrar la verdad y blasfemar el nombre de Dios. Es nada menos que una negación de Jesucristo y una verdadera renuncia a Él. Le sitúa fuera del refugio de los pecadores y es más probable que lo mantenga fuera de la ciudad bendita donde nada que sea parte de una mentira podrá entrar (Apocalipsis 21:27). ¿Qué será entonces de aquellos cuya vida no ha sido más que una mentira continuada?

La Mayor Mentira que Podemos Decirnos a Nosotros Mismos

«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (1 Juan 1:8). Algunos están predispuestos a pensar demasiado bien de sí mismos. No se ven a sí mismos de un modo que les permita mezclarse con el lamento humilde. Más bien, miden sus logros por sus deseos. Pues bien, de hecho, esto es en efecto, y en realidad para decir: «no tenemos pecado» (1 Juan 1:8). Estamos infinitamente por debajo de nuestro deber o de nuestro deseo, y necesitamos que se nos recuerde esto a menudo para no emborracharnos de autoengaño con respecto a eso.

¿Acaso no hay muchos cristianos que, después de haber experimentado el dolor por el pecado, el consuelo del evangelio y de haberse comprometido en deberes religiosos, se estancan en esto sin desear un mayor progreso? Ellos piensan que si mantienen ese nivel de logros, todo está bien con ellos. Hacen pocos esfuerzos en pos de una mayor comunión con Dios, o para purificarse del pecado. Esto hace que se degeneren en el formalismo. Se marchitan y se vuelven estériles y están expuestos debido a ello a muchas tentaciones que les vencen. ¿No es esto realmente para decir: «no tenemos pecado»?

¿Acaso su caminar y su marco espiritual no sugieren como si no tuviese ningún pecado con el que luchar, ninguna santidad a la que aspirar, como si no tuviese más carrera que correr para obtener la corona? No se engañe a sí mismo, pensando que esto es suficiente para obtener tanta gracia como para ponerle (en su opinión) sobre la raya. Como si no buscara más que lo necesario para la salvación. Algunos podrían descubrir que se trata de un engaño autodestructivo y que de hecho no han cruzado esa raya entre el cielo y el infierno.

La Verdadera Religión es Hermosa en la Práctica

No hay nada tan contrario a la religión como una falsa apariencia. La religión es la más completa de las cosas, armoniosa en todas sus partes. Es la misma por dentro y por fuera, en expresión y acción, todo ello en correspondencia. Ahora bien, estropear esta armonía, componerla de partes disímiles y hacer que una parte contradiga a la otra es hacer que la religión parezca fea y deformada. Esto sucede cuando el curso de la vida de un hombre, por ignorancia, negligencia y pecado, declara lo que es contrario a la profesión del cristianismo.

La práctica es el conocimiento real porque es el conocimiento vivo. Es la vida y el alma misma del cristianismo cuando nada más se necesita excepto la intimación de la voluntad de Dios para mover todo el ser. A eso es a lo que todos debemos aspirar y no satisfacernos en nuestros pobres logros por debajo de esto.

Second Reformation Author: Hugh Binning

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