¿Qué es lo más importante que podemos aprender del fallecimiento de Billy Graham? «Billy Graham abordó el tema de la muerte a menudo y con sorprendente franqueza». Así es como el Washington Post inició una de las reflexiones más inusuales sobre su fallecimiento. Un tema bastante inusual para un periódico secular. «Cuando Graham predicaba, decía que la muerte era, por supuesto, inevitable». ¿Cómo nos preparamos para lo inevitable? Primero, dijo, «acepten el hecho de que van a morir». Segundo, «hagan los arreglos». Tercero, «hagan provisiones para aquellos que están dejando atrás». Y, por último, «concierten una cita con Dios». Cualquier otra cosa que se pudiera decir sobre Billy Graham, nada era más importante que la forma cómo él abordaba esto. Él enfrentó esta realidad con toda seriedad. Para hacerlo, se debe tratar la vida misma con toda seriedad también. «A cada uno de nosotros se nos da exactamente la misma cantidad de segundos, minutos y horas por día como a cualquier otra persona. La diferencia está en cómo los redimimos».
Graham adquirió esto del Catecismo Menor que memorizó perfectamente cuando era niño. Comienza «El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre». «Mi madre hizo justamente eso», escribió. Si bien es posible que Graham no se haya aferrado a todo el Catecismo, ciertamente se aferró a este punto entre otros. Podemos ampliar mucho más estos pensamientos relacionados a la preparación para lo inevitable. James Durham tiene algunas consideraciones vitales respecto a lo que significa prepararse para la eternidad.
Las Tres Esenciales
(a) Huyan a Cristo
Huyan a Cristo por fe y hagan las paces con Dios por medio de Él;
(b) Aseguren su Llamado y Elección
Debemos esforzarnos por asegurar nuestro llamado y elección haciendo lo debido. Aunque nuestra justificación ante Dios no depende de esto, gran parte de nuestro consuelo y confianza sí depende de ello. Sin duda es nuestro deber trabajar para asegurarlo.
(c) Vivan en Santidad
Debe haber una caminar santo. Podemos tener una conciencia tranquila ante la venida de Cristo por medio de ello. No puede haber nunca valentía y confianza donde hay una conciencia punzante y acusaciones por pecar contra la luz.
1. Viva con Fe en las Realidades Eternas
Traten de afirmarse en la creencia de las verdades generales que conciernan a su muerte. Estén afirmados y confirmados en la fe con respecto a la muerte, el juicio y la eternidad – para su bien o mal eterno. No tengan una mera convicción general de que estas cosas son verdaderas. Aplíquelo específicamente a usted mismo a través de la meditación. Morirá y después de la muerte vendrá a Juicio y será eternamente feliz o miserable.
Uno de los grandes males que fomenta el Ateísmo es que las personas vivan como si nunca fueran a morir.
La sólida creencia acerca de la muerte, el juicio y la eternidad es, por lo tanto, un fundamento para vivir bien. Aquellos que no pongan este fundamento nunca podrán vivir bien. Ellos deben considerar cómo la conciencia los acusará en la muerte y cómo pueden lidiar con esto ahora. Necesitan ver qué pruebas y tentaciones tendrán en ese momento y cómo protegerse de ellos.
Esfuércense por anticipar la muerte y el juicio, mediten profundamente sobre ellos. Supongamos que su muerte se aproxima esta misma noche. Considere si estaría listo para comparecer ante el tribunal de Dios para ser juzgado. Pensar más al respecto nos ayudaría, mediante la bendición de Dios, a mortificar el pecado y así tener poco que hacer cuando llegue la muerte.
Pero la verdad es que la mayoría nunca piensa seriamente en la muerte. No desean otra vida que la presente, evitan los pensamientos de muerte. ¿Cuán pocas horas son tomadas para pensar en ello? Supongamos que va a comparecer ante un tribunal humano con un asunto que le preocupa mucho en el mundo. ¿No lo pensaría una y otra vez por anticipado? Sin embargo, aún los más trascendentales asuntos son nimiedades en comparación con este gran asunto de cómo morirá y aparecerá ante el gran Dios y Su trono del Juicio.
2. Vivan en los Deberes del Evangelio
Hay deberes particulares que tienen una influencia especial en la preparación para la muerte.
(a) La Auto-examinación
¿Cree que es posible morir consoladamente si no está consciente del estado de sus asuntos espirituales? ¿Si no se esfuerza por tener las cuentas claras con Dios? El descuido de esto es una gran pérdida. Lo que hace que la muerte sea tan terrible para muchos es haber vivido treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta años sin haber intentado jamás ponerse a cuentas con Dios, y mucho menos haberlas limpiado.
(b) El Arrepentimiento
El arrepentimiento es una cosa rara incluso entre los cristianos de estos días. Es un deber especial relacionado con morir en Cristo. Cuando vemos nuestros errores (muchos pueden ser encontrados fácilmente en el autoexamen) no debemos dejarlos ahí. Debemos ser sinceros con Dios hasta que estemos conscientes del perdón, esto no se puede obtener hasta que el arrepentimiento es ejercido. El arrepentimiento y la fe siempre van de la mano.
El arrepentimiento enternece el corazón y retira los alegatos que hacen que la muerte sea aterradora. También es un gran enemigo de la complacencia, la presunción y el orgullo. Mantiene el corazón derritiéndose y derramándose delante Dios. La falta de arrepentimiento en nuestros días es obvia en la frialdad de nuestra adoración y en la mundanalidad de nuestro caminar. Aquellos que deseen morir en el Señor deben ejercer esta gracia y deber. No hay nada más necesario que un corazón penitente cuando nos encontremos con Cristo al morir.
(c) La Mortificación del Pecado.
Este es un doloroso pero provechoso deber. Ser crucificados al mundo, morir a las pasiones y deleites carnales. Arranquen las raíces del pecado y maten sus acciones. Desarráiguenle del corazón. Maten la envidia, la ira, el orgullo, los deseos desordenados, etc. Procuren tener afectos celestiales, los cuales nos preparan para morir en el Señor.
(d) La Moderación
«Vuestra gentileza (moderación) sea conocida de todos los hombres» (Filipenses 4:5). Muchos están tan atados a las cosas de este mundo, a los deleites y los placeres que son lícitos en sí mismos, que están enredados y encadenados a ellos y se hacen no aptos para morir. No las usan con moderación. El amor desmedido por los niños, amigos, tierras, casas, granjas y la esposa les incapacita para morir. Debemos ceñir los lomos de nuestro entendimiento y ser sobrios (1 Pedro 1:13). Aquellos que no usan los placeres lícitos con moderación son como aquellos con vestimentas largas que les hacen tropezar y les impiden caminar y trabajar. Cuando nuestros afectos andan sueltos y se arrastran sobre la tierra y las cosas que hay en ella, y la mente divaga en pos de estas cosas, el hombre no puede ocuparse de su principal trabajo. Él no puede progresar en su viaje al cielo.
La moderación capacita a un hombre para su trabajo y le facilita el camino. Le hace estar contento con su casa y con cualquiera que sea su condición y porción en el mundo. Esta no permite que sus afectos se enreden a ellos, sino que le hace disfrutar de este mundo como no lo disfrutasen (1 Corintios 7). Nuestro bendito Señor Jesús enérgicamente nos pide que desistamos de entregarnos demasiado a las cosas de esta vida (Lucas 21:34). Esto nos hace estar tan indispuestos para la muerte y el juicio, así como el comer en exceso o el embriagarse nos hace estar indispuestos de manera general.
3. Vivan con Pensamientos de Muerte
Aquellos que desean morir en el Señor deben llevar consigo pensamientos de muerte. Deberían permanecer como si cada día y momento fuera el último. Deberían permanecer como si justo ahora se presentaran ante Dios y como si fueran indiferentes (en una manera santa) a qué hora o momento los llamaría. Dios no nos ha permitido saber el tiempo preciso de nuestra vida aquí. Algunos han observado en Eclesiastés capítulo 3 que hay un tiempo para todo, un tiempo para nacer, un tiempo para morir, un tiempo para reír y un tiempo para llorar, pero no hay ninguno para vivir. Nadie puede decir yo debo o yo viviré hasta mañana. Haga ahora lo que se encontraría haciendo cuando llegue la muerte.
Algunos pueden preguntarse si es posible tener siempre esto en mente. Sin embargo es como hacer todo para la gloria de Dios, no debe entenderse como si en realidad pudiéramos tenerla en mente en todo lo que hagamos. Nuestras mentes son finitas, y por lo tanto, no pueden tener en cuenta muchas cosas o diferentes cosas al mismo tiempo.
4. Viva con Adversidad
Aquellos que deseen morir en el Señor no deben buscar una vida mimada sino aprender a someterse a las dificultades y problemas. No deberíamos salir de nuestro camino para buscar ni para evitar tales cosas. Salomón dice que es mejor ir a la casa del luto que a la casa del banquete (Eclesiastés 7:2). Esto se debe a que pocos viviendo en prosperidad están contentos y dispuestos a morir, y la adversidad funciona mejor para soltarnos de nuestras agarraderas del mundo. Es difícil estar saciados de las cosas del mundo, vivir en una condición próspera y abundante y no alejarse de las cosas espirituales.
5. Viva pero Muera Diariamente
Pablo podría decir: «Cada día muero» (1 Corintios 15:31). Esto no solo tenía que ver con sus peligros diarios sino con su búsqueda por anticipar la muerte, en morir mientras vivía y antes de que esta llegara. Esto involucra:
(a) una convicción de que la muerte es segura;
(b) considerar la posibilidad continúa de morir;
(c) prepararse y estar continuamente dispuestos a morir; y
(d) anticipar cómo será morir antes de que llegue la muerte.
Debemos considerar cómo responderemos al llamado de la muerte. Todos los días deberíamos hacer lo que quisiéramos estar haciendo cuando nos llegue la muerte. Deberíamos esforzarnos por tener todo en orden.
Al orar por la mañana, deberíamos estar preparados como si nunca más fuéramos a salir al mundo. Cuando nos acostemos por la noche debería ser como si pudiéramos no levantáramos por la mañana. Cuando hablemos o actuemos debemos hablar y actuar como aquellos que no tienen mucho tiempo por vivir.
6. Viva de Acuerdo a la Conciencia que se Hace Eco de Las Escrituras
Ponga en práctica lo que su propia conciencia según las Escrituras, le muestra es necesario para hacer y mantener su paz con Dios. Normalmente, esta es una de las principales acusaciones de la conciencia que afrontan las personas al morir, que no han puesto en práctica muchas cosas de las que estaban convencidos. Han evadido, retrasado y pospuesto las oportunidades para hacer los deberes. No han reformado los defectos de los que estaban convencidos.
Haga todo lo que encuentre a su mano por hacer con todas sus fuerzas (Eclesiastés 9:10). Sea serio y diligente al hacer sin demora lo que usted sabe que es correcto. No descuide esto como algo de poco interés. La muerte es la puerta al cielo y la muerte está a la puerta. Vivir bien es la manera de morir bien. Si quiere vivir y morir en el Señor, dé peso a estas instrucciones y practíquelas en la fuerza de la propia gracia de Dios.