No parece una gran prioridad para muchos. ¿Qué imperiosa relevancia pueden tener los siglos anteriores cuando nuestro mundo es tan diferente? ¿No es solo para aquellos que les gusta ese tipo de cosas? No, porque Dios exige que recordemos Sus obras hechas en el pasado (Salmo 105:5). ¿Acaso pensamos que Dios ha dejado de obrar desde los apóstoles? La historia de la iglesia glorifica a Dios. Debemos aprender para nuestro propio beneficio de aquello que le ha ocurrido al pueblo de Dios en el pasado (1 Corintios 10:11, Romanos 15:4). ¿Cómo vamos a entender nuestros propios tiempos a menos que conozcamos las influencias que han moldeado nuestra generación? (Eclesiastés 1:9-10), ¿Cómo podemos edificar la Iglesia si no tomamos tiempo para entender lo que es, lo que ha sido y hacia dónde va?
Mirar hacia atrás y comprender lo que Dios ha hecho en la Iglesia nos da un sentido de perspectiva. Vemos cuán pequeños somos y cuán corta duración tuvieron algunas de las ideas que parecen tan poderosas hoy en día. La idea de que lo nuevo y actual siempre es mejor es orgullosa y corta de vista. Una comprensión de la historia de la iglesia puede guardarnos del error y darnos esperanza y aliento para el futuro. Podemos ser humillados cuando tomamos el tiempo para aprender sobre el coraje, la piedad y las fallas de aquellos que nos han precedido. David Dickson lo expresa de manera memorable: «Las antiguas obras de Dios tienen un uso nuevo en todas las épocas, para el fomento de la fe, la paciencia y el consuelo del creyente».
Robert Fleming dice que lo que vemos en la historia de la Iglesia es el cumplimiento de Las Escrituras. Dios ha hecho promesas a la Iglesia y las vemos cumplidas una y otra vez. Cristo dice que Él edificará Su Iglesia, y ya tenemos pruebas abundantes de esto. Podemos admirar esta manera en que La Palabra brilla sobre «todas las sendas y las pisadas del Señor en dirección a Su Iglesia en todas las épocas». «Una generación debe declarar las obras del Señor a la otra generación y transmitir el recuerdo de Su bondad a los siglos venideros». Cada período agrega algo a esta historia, trae «algo adicional al mundo del consejo y diseño del Señor sobre Su Iglesia» (Robert Fleming). Incluso nuestro período de la historia de la Iglesia hace esto.
Estas son algunas de las cosas que olvidamos cuando olvidamos las obras de Dios en Su Iglesia en el pasado. David Dickson resume una selección de ellas al exponer el Salmo 66:5-7, las cuales hablan de la continua relevancia de las obras de Dios en el pasado. Al hacerlo, Dickson muestra que Las Escrituras nos obligan a entender la historia de la Iglesia para nuestro bien y para la gloria de Dios.
Dickson nota que el salmista señala especialmente las obras del Señor ya hechas para Su pueblo. El Señor obra para la liberación de la Iglesia y para Su propia gloria. La gente es tan descuidada al observar Sus obras, que hay una gran necesidad de despertar nuestra pereza. Debemos observar y hacer un uso correcto de las obras de Dios para Su alabanza y nuestro beneficio. Es por eso que el salmista dice: «Venid, y ved las obras de Dios» (Salmo 66:5).
1. La Maravilla de las Obras de Dios
Cualquiera que observe las obras de Dios por Su pueblo se verá obligado a temer y admirar sus actos maravillosos y cuidar de ellos. Él es «Temible en hechos sobre los hijos de los hombres» (Salmo 66:5).
2. Las Extraordinarias Liberaciones de Dios
La obra de redimir a Su iglesia de Egipto es digna de ser utilizada por todos hasta el fin del mundo. En sí misma es suficiente para mostrar que, si es necesario, Dios invertirá el curso de la naturaleza. Él hará esto por el bien de Su pueblo y para librarlos de las dificultades. Él «Volvió el mar en seco» (Salmo 66:6).
3. Dios es Fiel a Sus Promesas
Así como el Señor hizo maravillas al liberar a Su pueblo de la miseria, así también hará maravillas en el cumplimiento de Sus promesas. Hará lo que sea necesario para ponerlos en posesión de lo que Él les ha dado derecho a través de una promesa. Secar el río Jordán para que Su pueblo pudiera entrar a poseer la tierra prometida, proporciona evidencia de este propósito de Dios para todos los momentos futuros. «Por el río pasaron a pie» (Salmo 66:6).
4. Nuestra Unión con la Iglesia Histórica
Todo el pueblo de Dios es un solo cuerpo. Lo que se hace en una época y a una generación les concierne a todos. Todos deben hacer uso de ello en su propia generación. Todos en tiempos futuros deberían considerarse a sí mismos como un solo cuerpo con el pueblo del Señor en épocas anteriores. Deben hacer uso de los tratos de Dios con ellos como si hubieran estado presentes con ellos en ese momento. La Iglesia en el tiempo del salmista se une a sí misma con la Iglesia en el tiempo de Josué, regocijándose en Dios con ellos al entrar en Canaán. «Allí en Él nos alegramos.» (Salmo 66:6).
5. Dios Puede Hacer lo que Hizo en el Pasado Otra Vez
El Señor es capaz y está listo para hacer en cualquier momento futuro cualquier cosa que haya hecho por Su pueblo en algún momento pasado. El señorea con su poder para siempre (v7). Sus acciones en el pasado son evidencias perpetuas y promesas de acciones similares que se realizarán en el futuro según sea necesario.
6. Dios es Testigo de Todo lo que le Acontece a Su Pueblo
Nada se hace en ningún lugar en el cual el Señor no sea testigo. No hay trama ni movimiento contra Su pueblo que Él no vea. «Sus ojos atalayan sobre las naciones» (v7).
7. Los que se Oponen a la Iglesia no Prosperarán por Mucho Tiempo
Habrá de vez en cuando una generación que no se someterá a esta soberana gobernante. Sobresalen en contra de Él y difaman a Su iglesia. Sin embargo, no prosperarán por mucho tiempo ni tendrán motivos para triunfar en su rebelión: «Los rebeldes no serán enaltecidos» (v7).
Conclusión
En los versículos del Salmo 66:8 en adelante, el salmista exhorta a la Iglesia de su tiempo a alabar a Dios. Él los ha preservado de ser aniquilados durante su ardua prueba y dolorosa aflicción bajo la tiranía y opresión de sus enemigos. Esto nos muestra que en cada época (además de todas las razones para alabar a Dios por las
obras hechas en el pasado), el pueblo del Señor tiene sus propias razones particulares para alabar el cuidado, la providencia y la bondad de Dios. Uno de los propósitos de los problemas de la Iglesia es demostrar la reiterada gracia sobre pueblo de Dios y purgar sus corrupciones. Esta es la razón por la cual Dios trae un problema tras otro, ya que el metal es puesto en el fuego más de una vez para refinarlo (v10).
No hay escapatoria cuando Dios lleva a Su Iglesia a un tiempo de prueba (v11). Luego Él nos muestra si es más fácil servir a Dios o a los hombres (v12). Sin embargo, cuando Él libra a Su pueblo y les otorga un periodo de libertad, éste trae un consuelo proporcional al dolor de sus pruebas (v13). Estas consideraciones son útiles a medida que usamos la historia de la Iglesia para reflexionar sobre nuestros propios tiempos. Podemos experimentar un periodo en el que los rebeldes se exaltan a sí mismos, pero no será por mucho tiempo, comparativamente hablando. «Porque no reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos» (Salmo 125:3).
Olvidamos cosas vitales acerca de Dios, Su Iglesia y Sus promesas cuando olvidamos la historia de la Iglesia. Debemos hacer uso de ella para informarnos, alentarnos y fortalecernos a nosotros mismos para servir a Dios en nuestra propia generación. Es por eso que hemos creado algunos documentales cortos que destacan un período de la historia no solo olvidado en las escuelas, sino también en muchas iglesias. Son llamados Scotland’s Forgotten History (La Historia Olvidada de Escocia) y los segmentos finales fueron filmados a lo largo de la semana pasada. Estos documentales analizan lo que podemos aprender de aquel período y lo que podemos aprender con respecto a ello. Junto con los videos, hemos producido una guía de discusión. Está diseñada para ayudar a los grupos pequeños a discutir los principios bíblicos perfilados en los videos junto con pasajes relevantes de Las Escrituras. Esperamos poder lanzar toda la serie pronto, si Dios quiere.