La mayoría de los Británicos piensan que solo seis de Los Diez Mandamientos son los que importan en realidad. Estos fueron los resultados arrojados en una encuesta realizada en las últimas semanas por YouGov. No es difícil adivinar cuáles se han vuelto impopulares: los primeros cuatro relacionados con nuestra obligación hacia Dios. Lo indignante pero no sorprendente es que, según los resultados, la mayoría de los que profesaron ser Cristianos estuvieron de acuerdo. Es asombroso que el 60% de los Cristianos no creyeran que solo debamos adorar al único Dios verdadero. Cualquier esperanza de que los otros mandamientos sean fielmente respetados, se ve menoscabada debido a que es rechazado aquel el aspecto de la moralidad que nos conduce a Dios. Si la mayoría de la gente está dispuesta a no cumplir con todos ellos, sería válido peguntarnos ¿Hemos desechado Los Diez Mandamientos actualmente?
Eliminar los primeros cuatro mandamientos en realidad es prescindir de los preceptos más importantes. Cristo los resume como amar al Señor nuestro Dios, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra mente (Lucas 10:27). De hecho, Él llama a todo esto «el primer y gran mandamiento» (Mateo 22:38). Éste mandamiento viene antes de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El amor a nuestro prójimo debe surgir del amor a Dios (1 Juan 5:1). A menos que tengamos la fe que agrada a Dios obrando por amor verdadero para Él, no podremos amar verdaderamente a nuestro prójimo.
Los primeros cuatro mandamientos se refieren a la adoración: (1) a quién debemos adorar; (2) en qué forma debemos de adorarle; (3) cómo (de qué manera) debemos adorarle; (4) cuando debemos adorarle. Los otros seis tratan sobre cómo debemos relacionarnos con las demás personas, y cómo podemos ver, nos conviene muchísimo respetar estos. Sin embargo, el yo orgulloso y no renovado no puede ver ningún beneficio personal en la adoración a Dios a pesar de que esta es la razón por la cual fuimos creados.
La unión de todos y cada uno de los mandamientos es tan íntima que al despreciar la autoridad de Dios en uno de ellos, ésta es despreciada en todos los demás (Santiago 2:10, 1 Juan 4:20). James Durham reflexiona sobre cómo los primeros cuatro mandamientos se relacionan a la adoración, el servicio y la obediencia que se le debe a Dios. Pareciera que los primeros cuatro fueron escritos en una tabla de piedra y los seis restantes en la otra (Deuteronomio 4:13). Esto dividiría los mandamientos en dos partes (generalmente llamadas dos tablas) lo cual es obra de Dios desde el principio. Esto es respaldado por el resumen de Cristo de los mandamientos bajo los dos deberes principales, hacia Dios y hacia nuestro prójimo. Las dos tablas fueron puestas en el arca para enfatizar la santidad de La Ley.
Durham desarrolla los siguientes puntos:
1. Todos los mandamientos de la segunda tabla tienen la misma autoridad que los de la primera. Dios pronunció «todas estas palabras». De hecho, corroboramos en Hechos 7:38 que fue nuestro Señor Jesús quien las pronunció.
2. Los pecados que atentan directamente contra los mandamientos de la primera tabla son mayores que los que atentan en contra los mandamientos de la segunda. Es por esta razón que la primera tabla es llamada el primer y gran mandamiento (Mateo 22:38).
3. En lo moral (si son cosas de la misma índole) los deberes de la segunda tabla ceden lugar a los deberes de la primera tabla cuando no pueden ser obedecidos por igual. Esto es así en el caso del amor a Dios y del ejercicio del amor hacia nuestros padres y el prójimo (Lucas 14:26, Mateo 10:37). Cuando la obediencia a Dios y la obediencia a nuestros superiores no pueda ser consecuente, debemos obedecer a Dios en lugar de obedecer al hombre (Hechos 4:19). Debemos amar al Señor y (comparativamente) odiar a padre y madre (Lucas 14:6).
4. Nótese, sin embargo, que los mandamientos de la primera tabla pudieran por un momento ceder lugar a los deberes morales de los mandamientos de la segunda. Por ejemplo, al tratar de aliviar o preservar la vida de nuestro prójimo cuando esté atravesando algún peligro, es posible que tengamos que trabajar el día de reposo (Sabbath). Esto coincide con los preceptos «Misericordia quiero y no sacrificio» y «El día de reposo fue hecho para el hombre, y no el hombre para el día de reposo».
¿Por qué tenemos que estudiar los Diez Mandamientos?
La profunda ignorancia acerca de cómo están ligados los Diez Mandamientos y sobre la importancia que tienen los cuatro descritos en la primera tabla, nos muestra que estos no han sido comprendidos. Sí comprendiéramos cabalmente lo que se nos exige en los otros seis mandamientos, mientras estos se apoderan de nuestros pensamientos, palabras y deseos, así como de nuestras acciones, los mismos tendrían mucho menos aceptación general. Aun si nos comprometemos con Los Diez Mandamientos, si no los entendemos correctamente, corremos el peligro de abandonarlos. Es hora de tratar de entenderlos de la manera en que las Escrituras revelan su significado completo. James Durham desarrolla los siguientes puntos.
1. Son únicos.
Dios los anunció de manera única con Su voz y luego los escribió directamente en dos tablas de piedra. Posteriormente se ordenó que estas tablas de piedra se guardaran en el arca (Deuteronomio 10:2, 5) y que se aprendieran (Deuteronomio 5: 1). Debían escribirse en los postes de las puertas y enseñarse fervientemente a los hijos (Deuteronomio 6:7-10). Se da gran énfasis a la explicación de estos mandamientos por parte de los profetas y apóstoles. El Salvador también hace esto en Su Sermón en el monte (Mateo 5-7).
2. Son útiles.
Todos los que quieran saber qué le agrada y qué le desagrada a Dios los encontrarán útiles. Gracias a ellos podemos saber qué es el pecado, cómo evitarlo y cómo ser estimulados al arrepentimiento cuando hayamos caído en él. El conocimiento del pecado viene por medio de la ley (Romanos 7:7). Esta es la razón por la cual se resume en pocas palabras, para que sea más fácil incorporarlos y guardarlos en nuestros recuerdos y corazones. Es por eso que son encomendados en la Palabra de Dios (Deuteronomio 5:1).
3. No son entendidos.
Los Diez Mandamientos son tan completos que no comprenderemos su gran alcance sin esfuerzo ni diligencia (Salmo 119:96). Existe una gran ignorancia entre muchos acerca del significado de este aspecto vital de las Escrituras. Muchas personas ni siquiera saben que están fallando en el cumplimiento de los mandamientos. El resultado de esto es poca convicción de pecado, poco arrepentimiento después de pecar y mucha presuntuosa confianza en la auto-justicia.
La ignorancia de la naturaleza espiritual de los Diez Mandamientos hace que muchas personas descuiden los aspectos principales de la santidad, y en su lugar confíen orgullosamente en la auto-justicia desechando así a Cristo, el Mediador. Podemos ver esto por el ejemplo de Pablo (Romanos 7:9). Nuestro Señor expuso los Diez Mandamientos para que los pecadores vieran la necesidad de un Mediador, el cual es el fin de la ley para justicia a todos los que creen (Romanos 10:4). No solo los impíos, también los que son más rigurosos en prestar atención a las formalidades religiosas e íntegros en sus vidas, fallan en este aspecto.
Necesitamos saber: (1) qué clase de deberes se requieren en cada mandamiento, y (2) los pecados que contradicen cada mandamiento. Esto debería tanto guiarnos como ayudarnos en el cumplimiento de nuestro deber, y darnos un poco de estímulo para el arrepentimiento, o al menos convicción. A través de ello podemos por lo tanto ser guiados a Cristo Jesús, quien es el fin de la ley para justicia a todos los que creen (Romanos 10:4). Al fin y al cabo, este fue el objetivo principal de esta ley tal y como fue provista a Israel.
¿Cómo deberíamos estudiar los Diez Mandamientos?
Es necesario entender y aplicar los Diez Mandamientos apropiadamente. Si no hacemos esto, no comprenderemos cómo vivir de acuerdo al Evangelio y hacer uso del mismo. La obediencia al Evangelio involucra la convicción de lo que es el pecado, el cuidado en la práctica, el ejercicio constante del arrepentimiento y la dependencia renovada y diaria de la sangre de Cristo. Todo esto se ve menoscabado cuando no comprendemos correctamente los mandamientos. A continuación observamos algunos consejos adicionales de Durham sobre cómo abordar el estudio de los Diez Mandamientos.
1. Considéralos La Palabra de Dios.
Recíbelos como si escucharas a Dios mismo pronunciarlos desde el Sinaí. Tiembla (como lo hizo la gente) y siente más ese temor santo cada vez que los leas, oigas o medites en ellos.
2. Debes Orar para Entenderlos
Debes orar mucho por gracia para que entiendas su significado. David (Salmo 119:18) oró a menudo para comprenderlos, y nunca pensó que sería impropio de un Rey creyente, y Profeta, al estudiar esta Ley. Oró mucho para que sus ojos se abrieran y pudiera comprender el significado de ellos.
3. Comprenderlos con el Propósito de Ponerlos en Práctica
La práctica es la meta del conocimiento. También es el objetivo de La Ley en sí misma (Deuteronomio 5:1-2). Nunca sabremos más sobre el relato de Dios que cuando nos esforzarnos honestamente en poner en práctica los mandamientos. Fracasar en el objetivo de poner las cosas en práctica nos hace personas muy descuidadas y eso socava tanto la comprensión como la práctica misma de la Ley de Dios.
4. Examínate y Compárate con Ellos
Cuando escuches y comprendas algo, ya sea el deber o el pecado, reflexiona sobre ti mismo. Examínate y constata si cometes o has cometido este pecado y corrobora qué tan corto te quedas en cumplir ese deber. Esta es la forma correcta de usar La Ley. Se nos fue dada para revelar el pecado y la transgresión (Romanos 7:7-8). Es por eso que La Ley de Dios es como un espejo (Santiago 1:23-24). Mírate en él para que sepas qué tipo de persona eres y qué defectos tienes.
5. Se Condenado por ellos y arrepiéntete
Cuando la ley revela el pecado, surge la convicción. La ley se introdujo para que el pecado abundase, no en la práctica, sino en las convicciones de la conciencia (Romanos 5:20). Sigue estas Convicciones para arrepentimiento hasta que te obliguen a escapar a Cristo, y permanezcas en Él.
6. Usa el Resto de la Escritura para Entenderlos
Recibe ayuda para entender esta parte de la Escritura desde los sermones de Cristo y de los profetas. Son los únicos comentarios canónicos (y por lo tanto los mejores) sobre los Diez Mandamientos.
7. Usa el Catecismo Mayor para Comprenderlos
Pero no desprecies la comprensión contenida en los escritos humanos como el Catecismo Mayor de Westminster (Q.91-152). El Catecismo Mayor es muy completo en cuanto a esto, y si haces un excelente y consciente uso del mismo, será muy provechoso para tu instrucción.
Conclusión
Hemos producido un nuevo folleto que establece diez principios bíblicos para comprender y aplicar correctamente los Diez Mandamientos. “Beyond the Surface: Ten Ways in Which the Ten Commandments Go Further Than You Think” (Más allá de lo Superficial: Diez Maneras en que los Diez Mandamientos van más Allá de lo que Piensas), es un folleto de 10 páginas actualizado a partir de los escritos de James Durham. Muchas personas entienden los Diez Mandamientos de una manera superficial, sin comprender qué tan profundos y amplios son en cuanto a nuestra vida interior y exterior, así como en las cosas que debemos hacer y evitar. Puedes ver una muestra del folleto y comprarlo aquí.