Incluso la empresa Facebook misma admite ahora que innumerables estudios muestran que las redes sociales son dañinas para nosotros. No cabe duda de su beneficio de conectar, y a veces, edificar a las personas. La tendencia predominante de autopublicitarse, sin embargo, fomenta el descontento con nuestras propias vidas. Promueve las autocomparaciones negativas. La gente también encuentra que una comunidad virtual no reemplaza a la comunidad real. La comunicación en línea puede incluso provocar nuestras interacciones cara a cara. Algo que nos une también puede crear aislamiento y distancia. Edificarse entre sí de la mejor manera posible no debe convertirse en una casualidad del exceso de las redes sociales. Las otras generaciones nunca han enfrentado un desafío idéntico, pero La Escritura tiene sabiduría para cada situación.
El ex vicepresidente de Facebook dijo recientemente: «Estamos en un punto en el que hemos creado herramientas que están desgarrando el tejido de cómo funciona la sociedad, allí es realmente donde estamos». Uno de los títulos de libros más resonantes para resumir nuestra condición es Alone Together: Why We Expect More from Technology and Less from Each Other (Juntos y Solos: Por Qué Esperamos Más de la Tecnología y Menos el Uno del Otro). La autora Sherry Turkle sostiene que «a medida que la tecnología va rampa arriba, nuestras vidas van rampa abajo». «En sitios de redes sociales como Facebook, creemos que nos presentaremos a nosotros mismos, pero nuestro perfil termina siendo otra persona, a menudo, la fantasía de lo que queremos ser». Eso puede ser cierto incluso en la forma en que las personas se presentan a sí mismas en términos del contenido espiritual que comparten. También es mucho más fácil interactuar en un contexto remoto y digital que reduce nuestro compromiso con otro creyente. En una frase contundente, Turkle observa: «los lazos que formamos a través de Internet no son, al final, los lazos que unen». Ella identifica los síntomas del mal con claridad.
«Los adolescentes evitan hacer llamadas telefónicas, temerosos de que «revelen demasiado». Preferirían enviar mensajes de texto antes que hablar. Los adultos también, eligen teclados a cambio de la voz humana. Es más eficiente, dicen. Las cosas que suceden en «tiempo real» toman demasiado tiempo. Atados a la tecnología, somos sacudidos cuando aquel mundo «desenchufado» no tiene significado, no satisface… Creamos seguidores en Facebook… y nos preguntamos en qué grado nuestros seguidores son amigos… y de repente, en la media luz de la comunidad virtual, podemos sentirnos absolutamente solos. A medida que nos entregamos, podemos abandonarnos a nosotros mismos. A veces las personas no experimentan la sensación de haberse comunicado después de horas de conexión.
La comunidad cristiana está en peligro de ser socavada por tales tendencias. ¿Cómo abordamos estos retos de manera positiva? La Escritura contiene una gran cantidad de comunicación escrita, de hecho es comunicación escrita. Sin embargo, entre los cristianos, se sitúa más alto a la comunicación cara a cara que a la escrita. Es notable que el apóstol Juan declare esto sin rodeos en varias ocasiones. En 2 Juan 12 dice que tiene muchas cosas que escribir, pero que no quiere escribir con «papel y tinta». «Pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido» (3 Juan 13-14 es muy similar).
El escrito era limitado, pero la comunicación sin obstáculos haría pleno su gozo. Como señala David Dickson, la intención del apóstol era edificar a la congregación a la que estaba escribiendo. Él deseaba estar presente «para instruirla y confirmarla más plenamente en la doctrina de la fe, para que todos los fieles… de una instrucción más amplia y más fructífera, reciban más plenamente del gozo espiritual».
Es un recordatorio de que por más que podamos leer y escuchar en línea de todo con provecho espiritual, nada puede sustituir a alguien que expone La Palabra en nuestra presencia. También es un consejo directo de que si queremos edificar a algunos tanto como podamos, necesitamos verlos cara a cara.
Lo mismo sucedió con el apóstol Pablo en Romanos 1:11-12. «Porque deseo veros», dice. Su deseo es que estuvieran juntos para edificarse y consolarse unos a otros. Como señala John Brown de Wamphray, Pablo está diciendo: «Mi amor por ustedes es tal que anhelo estar con ustedes para darles libremente de todas las cosas que Dios me ha dado». Cosas que pueden beneficiarles y establecerles».
Brown extrae del deseo de Pablo una enseñanza importante sobre cómo los Cristianos se necesitan mutuamente, y para edificarse el uno al otro en persona. Obviamente también hay una enseñanza particular para aquellos dentro de la Iglesia que son responsables por el bienestar espiritual del rebaño de Cristo. Pablo busca activamente una oportunidad para hablar con ellos cara a cara y beneficiarles, más que escribirles. Necesitamos recuperar este énfasis de la mejor manera posible para edificarnos unos a otros. Proporcionar más tiempo para edificar a otros cristianos en persona es esencial. Tenga en cuenta que no se trata del mero hecho de estar juntos socialmente, sino de compartir el beneficio espiritual de nuestra conversación.
1. El Amor Cristiano Busca la Mejor Manera de Edificar
El amor cristiano que es fuerte en sí mismo, que surge de un principio y una base correcta se extiende incluso a aquellos quienes los creyentes nunca han visto. Desea poder beneficiarlos tanto como sea posible. Podemos ver esto en Pablo, quien estaba sinceramente deseoso de ver a los Romanos para poder hacerles el bien.
2. Todo Cristiano Necesita ser Edificado
Nadie está tan avanzado en el cristianismo mientras esté de este lado del sol, como para no necesitar ayuda y consuelo de los demás. El mismo Pablo confiesa que deseaba ser consolado o exhortado por los Romanos a quienes estaba escribiendo.
3. La Confraternidad Cristiana Debe Edificar
Así como el hierro aguza el hierro, también hacer un correcto y mejor uso de la confraternidad Cristiana es un medio por el cual los Cristianos se edificarán y levantan mutuamente. Pablo dice que su conversación con ellos resultará en su mutuo bienestar.
4. ¿Cómo Edifica la Confraternidad Cristiana?
La confraternidad cristiana se reconforta bien cuando ésta involucra la declaración de las evidencias mutuas de la realidad de la gracia de Dios dentro de ellos. Esto puede involucrar el dar evidencia de su conocimiento de Cristo y su fe en Él. Pueden hablar de sus mutuas experiencias del amor de Dios, etc. La fe mutua tanto la de Pablo como la de los Romanos debía conocerse y revelarse cuando se reunieran.
5. Todo Cristiano Puede Edificar
Los creyentes se fortalecen y se reconfortan mutuamente por medio de la conversación y otras actividades espirituales cuando se reúnen. En esto se muestran el uno al otro su devoción y su vida en Cristo. También amonestan y exhortan a los que son débiles y propensos a cansarse. El más fuerte puede ser beneficiado por el más débil ya que Pablo dice que fue por su mutua fe que sería consolado junto con ellos.
Conclusión
Necesitamos una fraternidad y edificación cristiana real y completa, y no debemos permitir que otras cosas inhiban esto. Podemos tener una verdadera fraternidad y edificarnos en línea, pero solo de manera limitada. Las redes sociales tienen sus beneficios, pero debemos reconocer que no pueden sustituir lo que es real e inmediato. Tenemos que aprender a manejar sus retos para obtener el mejor beneficio de ello. En un mundo desarticulado e individualista, los Cristianos deberían ser capaces de demostrar una verdadera comunión que edifica espiritualmente.
Tenemos un ebook gratuito de Samuel Rutherford sobre el tema de la Fraternidad Espiritual. Construye un ejemplo bíblico para que los creyentes se alienten, aconsejen, y si es necesario, se reprendan unos a otros. Samuel Rutherford contrarresta las objeciones contra la organización de tales reuniones en privado ocasionalmente. La palabra fraternidad se puede fácilmente mal utilizar para reuniones que apenas tienen un carácter espiritual. Rutherford muestra que la fraternidad es una realidad mucho más elevada. Es para el fortalecimiento y el calor espiritual mutuo. El folleto ilustra la vitalidad espiritual del período de avivamiento de la Segunda Reforma.